El lunes por la tarde, un tiroteo sacudió el corazón de Manhattan cuando Shane Devon Tamura, de 27 años, ingresó armado a un rascacielos ubicado en 345 Park Avenue y asesinó a cuatro personas, incluyendo a un oficial del NYPD, antes de suicidarse. Entre las víctimas se encontraba también un empleado de la firma financiera Blackstone, mientras que un trabajador de la National Football League resultó gravemente herido. El edificio alberga oficinas de empresas de alto perfil como la NFL, KPMG y Rudin Management.
Lo que inicialmente se reportó como un ataque indiscriminado cobró otra dimensión cuando las autoridades hallaron una nota suicida en el cuerpo del atacante. En ella, Tamura responsabilizó directamente a la Liga Nacional del Fútbol Americano por su deterioro mental, alegando padecer encefalopatía traumática crónica (CTE), una enfermedad neurodegenerativa asociada con los impactos repetitivos en la cabeza en deportes de contacto como esa actividad; Tamura había jugado en la secundaria, en California.
La investigación reveló que su intención habría sido atacar las oficinas de la NFL específicamente, aunque se equivocó de elevador y terminó en un piso distinto. El propio alcalde Eric Adams confirmó este dato y subrayó que, según registros, Tamura arrastraba antecedentes de enfermedades mentales. En su nota, citó al exjugador Terry Long (quien también padeció CTE y se suicidó en 2005) y pidió explícitamente que su cerebro fuera estudiado tras su muerte.
¿Quién era Shane Tamura y qué lo llevó al ataque?
Tamura era un joven de 27 años originario de Las Vegas, con antecedentes médicos y prescripción de medicamentos psiquiátricos. De acuerdo con las autoridades, había viajado desde Colorado hacia Nueva York, cruzando varios estados y siendo rastreado por su vehículo, un BMW cargado con armas y municiones. El lunes 29 de julio, poco antes de las 6:30 p. m., descendió del auto frente al 345 de Park Avenue armado con un rifle M4 y comenzó su ataque.
Tras cruzar la plaza pública del edificio, disparó primero al agente de seguridad Didarul Islam, un oficial del NYPD asignado a resguardar instalaciones corporativas. Islam, de 36 años y padre de dos hijos, murió en el acto. Luego, el asesino, y suicida, abrió fuego en el vestíbulo, matando a una mujer e hiriendo a otros dos guardias de seguridad.
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El atacante subió en ascensor hasta el piso 33, donde mató a otra persona (empleado de Rudin Management, propietaria del edificio) y se quitó la vida. De acuerdo con el alcalde Adams, su objetivo inicial era llegar a las oficinas de la NFL, ubicadas entre los pisos 5 y 8, pero tomó el elevador equivocado.
La carta suicida y el vínculo con la NFL
La nota hallada en el cuerpo de Tamura es clave para entender la motivación del crimen. En ella, el atacante afirmó padecer CTE, una condición que afecta a numerosos exjugadores de fútbol americano por los golpes repetitivos en la cabeza. Aunque nunca jugó profesionalmente, este habría practicado el deporte en su adolescencia y culpó a la NFL de su deterioro mental.
En su escrito mencionó a Terry Long, exjugador de los Steelers diagnosticado con CTE y fallecido por suicidio, y dejó una súplica clara: “Estudien mi cerebro, por favor”. También expresó temor ante el poder de la NFL, señalando: “No puedes ir contra la NFL, te aplastarán”.
La CTE ha sido documentada en diversos estudios como una causa de cambios de humor, comportamiento violento, impulsividad y deterioro cognitivo. Aunque su diagnóstico definitivo solo puede hacerse post mortem, la enfermedad ha generado debates constantes sobre la seguridad en los deportes de contacto.
La respuesta de la NFL y medidas de seguridad
Tras el incidente, el comisionado Roger Goodell confirmó que un empleado de la NFL resultó gravemente herido, pero se encuentra hospitalizado y en estado estable. En un memorando enviado a todo el personal, expresó su solidaridad y anunció que la liga reforzará su seguridad en los próximos días. Se recomendó a los empleados trabajar desde casa o tomarse el día libre.
El edificio fue evacuado durante el ataque y muchos empleados, incluyendo los de la NFL y Blackstone, se refugiaron en oficinas, bloquearon puertas y enviaron mensajes de despedida a sus familiares ante la incertidumbre.
El impacto del tiroteo aún resuena en Nueva York. Mientras las autoridades continúan investigando si el ataque fue motivado únicamente por el resentimiento, la tragedia vuelve a poner en el centro del debate la salud mental, el acceso a las armas, y los efectos de los deportes de contacto sobre el cerebro humano.
