Los Juegos Olímpicos han tenido grandes y lamentables historias, como la que ocurrió en Seúl 1988, cuando un vergonzoso fallo cambió el pugilismo al darle por ganada la pelea al coreano Park Si-hun, quien había sido claramente derrotado por un estadunidense que se convertiría en leyenda del pugilismo internacional.
El escandalozo triunfo de Park Si-hun en Seúl 1988 cambió la competencia del boxeo en los Juegos Olímpicos, pues a partir de entonces y para evitar otro fallo similar las autoridades olímpicas cambiaron las reglas, instaurando el sistema electrónico en el que cinco jurados votan apretando un botón por cada golpe que impacta al adversario y que para ser contabilizado debe tener, por lo menos, tres clics al mismo tiempo; es decir, que tres jurados coincidan en que fue efectivo.
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Park Si-hun, abucheado por ganar oro en su propia tierra
En los Juegos Olímpicos de Seúl 88 y a pesar de que estaba frente a sus propios compatriotas, Park Si-hun fue abucheado cuando le colgaron la medalla dorada, condenándolo así a la burla e ignominia eternas pues había sido claramente superado por el estadunidense Roy Jones, tanto que incluso recibió una cuenta de protección y nadie esperaba que el fallo lo decretara ganador en la final… Ni él mismo.
Por vergüenza y tras penoso bochorno Park Si-hun se retiró del boxeo, para sumergirse en 15 años de oscuridad en los que, incluso, tuvo un intento de suicidio y sufrió el escarnio público: “Yo sabía que había perdido la pelea. Cuando el réferi me levantó la mano, no lo podía creer”, aseguró Park, mientras que Jones aseguró que “cuando la pelea terminó y vi que los coreanos empezaban a festejar, me di cuenta de que me habían robado. Es más, el réferi me dijo que no podía entender cómo me hacían semejante cosa”.
¿Qué pasó con Park Si-hun tras cambiar los Juegos Olímpicos?
La historia de Park Si-hun a partir de los Juegos Olímpicos de Seúl 88 fue penosa, pues él mismo decidió que nunca más se subiría a un ring y se refugió en la familia: “Mi esposa fue un pilar fundamental que me ayudó a salir adelante. Trabajé como maestro de escuela primaria durante 15 años, hasta que me ofrecieron trabajar como entrenador de boxeo”, labor en la que uno de sus máximos anhelos es que alguno de sus pupilos gane un oro: “Para mí sería una redención, porque desde que me dieron por ganada esa pelea vivo con un resentimiento que no me permite ser completamente feliz”.
En entrevista, reconoció que “lo que sufrí después de que me levantaron la mano ese día fue una verdadera tortura sicológica. Me pedían que devolviera la medalla, tratándome de ladrón. Una vez me invitaron a un programa de televisión junto a los otros 11 deportistas surcoreanos que habían ganado oro. El conductor los entrevistó a todos, menos a mí... No estoy arrepentido de haberme retirado del boxeo, aunque debo confesar que sentía envidia cuando veía los éxitos de Jones”.
EG