En otra velada marcada más por el show que por el nivel boxístico, Jake Paul derrotó por decisión unánime a Julio César Chávez Jr., en un combate celebrado en el Honda Center de Anaheim, California. El influencer se impuso con claridad en las tarjetas (99-91, 98-92 y 97-93), en un duelo sin grandes emociones ni golpes de impacto. Pero lo que más llamó la atención fueron las reacciones de su padre, el Gran Campeón Mexicano.
El hijo de la leyenda, excampeón mundial mediano y figura polémica del pugilismo latinoamericano, ofreció una imagen opaca: lanzó muy pocos golpes durante los primeros asaltos, lució fuera de forma y recién mostró algo de iniciativa en los últimos rounds. A sus 39 años, peleó más contra sus propios fantasmas que contra el youtuber, quien aprovechó esa pasividad para dominar con simples combinaciones desde la distancia.
Del otro lado, “El Chico Problemático” sigue alimentando su carrera como boxeador y empresario del entretenimiento. Con 13 peleas como profesional, continúa desafiando a figuras retiradas o en declive. “Hice bien mi trabajo contra una figura. Fue fácil”, dijo, sin filtro.
La furiosa reacción de Julio César Chávez padre
Julio César Chávez padre, ícono del boxeo mexicano y testigo directo de la pelea desde el ringside, vivió la derrota de su hijo con visible frustración. Se levantó varias veces, gritó, gesticuló y hasta dio a entender que la pelea estaba “arreglada”.
La leyenda no pudo ocultar su enojo por el desempeño de su heredero, a quien vio sin reacción ni determinación. Su actitud encendió aún más el debate sobre el presente del boxeo y el rumbo que ha tomado su hijo, que sigue viviendo bajo el peso de un apellido inmenso y la decepción de no haber estado a la altura.
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Un triunfo para Paul… ¿y para quién más?
La pelea volvió a dejar en evidencia el camino que Jake Paul ha elegido en el boxeo: espectáculos llamativos, rivales con nombre pero sin presente, y mucho marketing. En esta ocasión, Chávez Jr. fue el elegido. Un apellido legendario con un presente lleno de sombras. Pese a estar lejos de su mejor versión, logró completar los diez asaltos, algo impensado para quien atravesó etapas de adicción, depresión y alejamiento total del deporte.
Aunque el combate careció de intensidad, la presencia de más de 10.000 espectadores y el respaldo de figuras como Óscar de la Hoya alimentan rumores sobre una eventual clasificación del púgil estadounidense en los rankings oficiales. ¿Es merecido? ¿O solo un reflejo del poder del espectáculo sobre el deporte?
