Jorge Campos es un hombre sonriente. No puede hilar más de tres frases sin soltar una broma. Aunque busca pasar inadvertido, los aficionados al futbol -y fuera de él- lo reconocen. El portero de los suéteres coloridos y figuras discordantes creció en las playas de Acapulco y nunca pudo olvidar su oleaje. Lo llamaban el ‘surfer’, ‘El Acapulco’, por esa costumbre de andar en huaraches y bermudas. Orgulloso su origen. Y siempre tentado por el mundo de la política, como ahora.
A Campos lo han llamado de varios partidos políticos para lanzar su candidatura como Gobernador de Guerrero. En ciertos momentos, las conversaciones avanzaron y estuvieron cerca del anuncio oficial. Pero algo siempre lo detuvo: el convencimiento, la falta de motivación. “No soy la persona que pueda arreglar todo en este mundo, pero en Acapulco a lo mejor lo logro, rodeándome de asesores”, dijo recientemente, en una transmisión por YouTube. Esta vez sonriente, pero no bromista.
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La decisión de El Brody sigue en espera. Lo entusiasma la idea de competir en un mundo que no conoce. “No lo he pensado al cien por ciento, pero nunca hay que decir que no. Si voy a ir es para ganar (se ríe). Ya si pierdo es por error de la defensa”, y vuelve a reírse. La defensa, según Campos, es el equivalente al partido político que lo convenza. Y por ahora ninguno ha podido robarle el Sí. “A veces me motiva y otra no. Tengo que pensarlo al cien por ciento”.
El último caso de un futbolista mexicano que ganó las elecciones a Gobernador fue Cuauhtémoc Blanco, en el Estado de Morelos. Para Campos, no hay otro camino que ese: el de entrar, ganar y ayudar a la gente. Lleva 16 años de retiro. Y, sin embargo, es casi el mismo portero que vino del mar. El mismo carisma, los mismos huaraches, la misma ilusión de ser el mejor con o sin guantes.
AAH