El América nació en 1916 como un equipo humilde que sólo jugaba con estudiantes mexicanos. Los pantalones de casimir azul marino, la camiseta color crema de la escuela y el corazón cabalgando junto al viento ante la falta de dinero para comprar pelotas de futbol. Fundado por Rafael Garza Gutiérrez Récord, en la calle Antonio Alzate 136 de la colonia Santa María la Ribera, fue el primer opositor de los gigantes extranjeros: el Germania Fussball Verein de la colonia alemana, el Asturias de los asturianos, el Aurrerá de los vascos y el Real España de los españoles, que casi nunca perdía.
Ganó cuatro campeonatos consecutivos desde 1924 a 1928, en una época que todavía no era profesional, y caminó con los ojos hechos incendios con la idea de tener a los mejores jugadores. El gran arquitecto del americanismo televisivo fue Emilio Azcárraga Milmo, el hombre que construyó el imperio de Televisa, la cadena de televisión más grande de Hispanoamérica. Padre de Emilio Azcárraga Jean, ‘El Tigre’ tomó en febrero de 1960 a un equipo sin fondos económicos y que luchaba cada temporada por no perder la categoría.
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“Yo no sé nada de futbol, pero sí sé de negocios y voy a convertir al América en un negocio bien administrado y redituable”, dijo Azcárraga Milmo, después de presentarse con el entrenador Fernando Marcos y sus jugadores, en un restaurante al sur de la ciudad.
Asesorado por el ex portero mundialista Óscar Bonfiglio, mandó a entrenar al equipo a Tlalpan 3000 y consiguió que Ciudad Universitaria fuera su casa. Luego, contactó a Guillermo Cañedo de la Bárcena, un exitoso directivo del Zacatepec, para que lo ayudara a vigilar el futuro. El poder detrás del club ubicó sus oficinas en la calle General Prim, en el segundo piso de un negocio de venta de automóviles, antes de que lograra su primer campeonato profesional (1965-66).
El América se consolidó como el antagonista de otro equipo favorito de México: las Chivas del Guadalajara, que jugaban sólo con futbolistas mexicanos. Entre batallas campales y tres finales: dos de Copa y una de Liga en la temporada 1983-84, los millonarios azulcremas contrataron refuerzos extranjeros que terminaron como ídolos: los brasileños Luis Alves 'Zague', Moacyr, Antonio Carlos Santos; el chileno Carlos Reinoso y el argentino Héctor Miguel Zelada.
Además de la base de mexicanos conformada por Alfredo Tena, Cristóbal Ortega, Juan Antonio Luna, Mario ‘Pichojos’ Pérez, Roberto Hodge, Guillermo ‘Campeón’ Hernández, Horacio López Salgado y el gran Enrique Borja.
La llegada de Emilio Díez Barroso a la presidencia, impulsada por una feroz publicidad televisiva que creó el mote de las Águilas, construyó el modelo del odiado rival. El americanismo y el antiamericanismo. El amor de los aficionados y el odio de los que le quieren ganar. Sin medias tintas ni posibilidades de un segundo equipo.
El América entonces llenó sus vitrinas: consiguió en total 13 campeonatos de Liga, seis de Copa, seis Campeón de Campeones, dos Interamericanas, una Copa Gigantes de la Concacaf y siete Liga de Campeones de la Concacaf, donde es el rey absoluto.
Ahora, con 105 años de historia, el heredero Emilio Azcárraga Jean ha apostado por una gestión más austera y los días del equipo millonario y todopoderoso quedaron atrás. Pero el América sigue explotando su arrastre. Ganador y perdedor. Odiado y querido. Marcas, sellos y rutas de un gigante que vive de jugar bien, pero sobre todo de ganar campeonatos. Si se puede goleando, mucho mejor. Porque ese es el poder que tiene su camiseta: la dificultad de ser mejor que los otros, aunque pocos lo entiendan.
Memorias americanistas
Carlos Reinoso
Títulos: Liga (Temporada 1970-71 y 1975-76), Copa México 1973-74, Campeón de Campeones (1975-76), Copa Campeones Concacaf (1977), Copa Interamericana (1978). Como entrenador: Liga (Temporada 1983-84, ante Chivas).
"Todo lo que hice por el América, lo hice por amor. Después del Clásico Nacional contra Chivas, que le ganamos 5-2, cambió mi vida. Ese día entendí lo que era el América y el americanismo. Un túnel del Estadio Azteca lleva mi nombre. Era una diversión ponerse la camiseta, los zapatos. El América es mi amor. ¿Cómo dejar de ser americanista? Estos colores me dieron todo".
Héctor Miguel Zelada
Títulos: Liga (Temporada 1983-84, 1984-85 y 1985).
"La gente me pregunta cuál fue el momento más importante que viví como futbolista. La mayoría piensa que el Mundial del 86 por haber sido campeón con Argentina. Y yo les digo que no. Que el mejor momento de mi carrera fue la final América-Chivas. Porque con la selección no fui protagonista directo, sino suplente. Y hoy, sin embargo, sigo vivo en el futbol gracias a ese penal sobre el Snoopy Pérez. Ese día me sentí un héroe".
Isaac Terrazas
"Yo vengo del barrio. Gracias al América jugué futbol y mi vida fue más cómoda. Ese escudo para mí representa mucho. Sin la gente los escudos no son grandes. Por eso no hay equipo más grande que éste".
Luis Roberto Alves 'Zague'
Títulos: Liga (Temporada 1987-88 y 1988-89), Campeón de Campeones (1987-88 y 1988-89), Copa Campeones Concacaf (1987, 1990 y 1992) y Copa Interamericana (1991).
"No hay manera de no emocionarse. Llegué al América los 18 años, siguiendo los pasos del gran Lobo (José Alves Zague), mi padre, que me contaba todo el tiempo historias sobre el equipo: los Clásicos contra las Chivas, los partidos en CU, la inauguración del Estadio Azteca, los viajes en tren de la Ciudad de México a Monterrey. Yo quería ser como él. Lo veía en fotos, en periódicos, y el destino me puso allí. Sabía que las comparaciones iban a existir, pero tenía que escribir mi propia historia. El América por eso es parte de mi vida. Porque yo nací escuchando el amor que le tenía mi familia a este club. Y ese romance es y será eterno".
Daniel Brailovsky
Títulos: Liga (1983-84, 1984-85 y PRODE 85).
"Cuando llegué al América lo primero que pensé fue: “Acá no me puedo equivocar”. En aquel momento estaba la costumbre de que el capitán te entregaba la camiseta con la que ibas a jugar, después de la bienvenida. A mí me la dio Cristóbal Ortega. Dos o tres días después me enteré que no era él el capitán, sino un hombre grandote que estaba de costado, con un físico enorme y que me miraba con una cara de pocos amigos. Era el Capi Tena. Con el tiempo me enteré que lo que quería era que no vinieran más argentinos a robar, sino a poner el pecho por la camiseta. Y yo quería lo mismo, por eso me lo gané. Amo a este club por la gente, porque gracias a ellos soy quien soy en México".
Alfredo Tena
Títulos: Liga (Temporada 1975-76, 1983-84, 1984-85, PRODE 85, 1987-88 y 1988-89), Campeón de Campeones (1975-76, 1987-88 y 1988-89), Copa Interamericana (1978 y 1991) y Copa de Campeones de la Concacaf (1977, 1987 y 1990).
"Mi único sueño era jugar en la Primera División. Me acuerdo de un Clásico contra Chivas, que el equipo ganó 5-2 mientras yo estaba en fuerzas básicas. Cuando lo vi me emocionó y se convirtió en una meta. Yo llegué en el 74. Tuvimos muchos pequeños fracasos que nos fueron haciendo jugadores con más oficio. En los 80, ya con 24-25 años, les ganábamos a todos los que nos enseñaron a perder. Ahí estaban 'Pajarito' Cortés, ‘Campeón’ Hernández, Cornero, ‘Pichojos’ Pérez, Carlos Reinoso, Enrique Borja. Todos ellos me transmitieron la obligación de ganar los partidos. Encima de ellos estaban José Antonio Roca, Panchito Hernández y Guillermo Cañedo, que permanentemente estaba en los entrenamientos y no te saludaba con un ‘¿cómo estás?’, sino con un “¡hay que ganar, eh!” y se te quedaba viendo medio feo. Eso es el América. Una filosofía, una forma de vida".
Cristóbal Ortega
Títulos: Liga (Temporada 1975-76, 1983-84, 1984-85, PRODE 85, 1987-88 y 1988-89), Campeón de Campeones (1975-76, 1987-88 y 1988-89), Copa Interamericana (1978 y 1991) y Copa de Campeones de la Concacaf (1977, 1987 y 1990).
"El americanismo es una forma de vida. Llegué al América a los 15 años y me retiré a los 36. No era una meta que me hubiera fijado. Se dio así y el amor y el orgullo de pertenecer al club fue creciendo. No soy muy afecto a salir en la TV, pero guardo recuerdos de la gente que me enseñó a ser del América: Guillermo Cañedo, Emilio Azcárraga Milmo, Emilio Díez Barroso, 'Panchito' Hernández, José Antonio Roca. Jugadores como Carlos Reinoso, Enrique Borja, 'Pichojos' Pérez. No podías estar de paseo. Los rivales salvaban su temporada si nos ganaban, era su partido más importante. Y así crecí. En este club hay sólo tres cosas importantes: ganar, jugar espectacular y ser campeón".
Juan Antonio Luna
Títulos: Liga (1983-84, 1984-85, PRODE 1985 y 1987-88) y Campeón de Campeones (1987-88).
"En los 70, era imposible entrar al vestidor del primer equipo. Si por ahí tenías suerte y entrabas a agarrar un agua o algo, te sacaban a puro grito. '¡Órale, hijo de la chingada, sáquese de aquí!'. Y nos decían: ‘Para estar en este vestidor, hay que ganárselo”. Y sí: teníamos que ganarnos el derecho de estar ahí. Nos hicieron sentir que, en realidad, teníamos que ser y hacer algo especial para jugar en el América. Porque el América, aunque no salga campeón, tiene que ser espectacular".
Enrique Borja
Títulos: Liga (1970-71 y 1975-76), Copa México (1973-74), Campeón de Campeones (1975-76) y Copa de Campeones de la Concacaf (1977).
"A mí me tocó una época bellísima. Los jugadores vivíamos para el futbol, pero también para el América, porque era un equipo extraordinario".
Manuel Lapuente
Títulos como entrenador: Liga (Verano 2002) y Concacaf Liga de Campeones (2006).
"La primera exigencia del América es jugar finales y lograr campeonatos. Después están los lideratos. Si no logras eso como entrenador o jugador es un fracaso".
Mario Carrillo
Títulos como entrenador: Liga (Clausura 2005) y Campeón de Campeones (2005).
"Mi mejor recuerdo es el campeonato del 2005. Fue uno de los momentos más hermosos que he tenido en mi vida. Cuauhtémoc Blanco pasaba por un gran momento, Kléber tenía un nivel espectacular, El Piojo López volaba. Con Pável (Pardo) y (Germán) Villa se podían hacer maravillas tácticas en el medio campo y la banca era importantísima. Los muchachos se juntaron después del partido (la final ante Tecos), se tomaron fotos y entre Cuauhtémoc y Duilio (Davino) me vaciaron una botella de champaña en la cabeza. Yo siempre fui muy quisquilloso, porque no me gustaba estar manchado de nada. Pero después de ese momento no quise lavar el traje. Ser americanista no me lo pude quitar nunca. Somos queridos o somos odiados, pero somos del América".
Por Alberto Aceves