Javier Aguirre se sumó a Marcelo Méndez (San Luis), Pablo Guede (Necaxa) y Pedro Caixinha (Santos Laguna) como el cuarto técnico en ser despedido en este Clausura 2022, luego de que Monterrey le dio las gracias tras perder 0-2 ante el estratega brasileño Andre Jardine y su escuadra rojiblanca en el mismísimo Gigante de Acero.
A Javier Aguirre de nada le sirvió tener la plantilla más cara de la liga mexicana ni toda su experiencia internacional, pues deja al Monterrey en la posición 16 de la tabla general con tan solo cinco puntos, arriba únicamente del América por diferencia de goles y de Santos Laguna, con dos unidades.
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Los 5 pecados de Javier Aguirre
El primer y más grave pecado de Javier Aguirre fue el papelón que hizo en el Mundial de Clubes, al que Monterrey llegaba con muchas expectativas tras vencer al América en la final de la Liga de Campeones de la Concacaf, pero terminó por decepcionar a todos, pese a su quinto lugar en el torneo tras ganarle 3-1 al Al Jazhira.
En su primer duelo en Emiratos Árabes, ‘El Vasco’ cayó 1-0 junto con su plantilla ante el Al-Ahly, que jugó con 13 bajas por contagios de Covid-19, lesiones y futbolistas convocados a la Copa de África. Eso le impidió igualar a Tigres, que un año antes avanzó a la final, que perdió contra Bayern Múnich.
Su segunda falla fue la falta de buenos resultados en la Liga MX, de la cual fue eliminado dos veces en primera ronda desde que llegó en diciembre de 2020, primero 2-3 contra Santos Laguna en el Guardianes 2021. En el Apertura 2021 consiguió hasta siete empates y solo dos goles en sus últimos seis juegos, por lo que su posición en la tabla terminó condenándolo 1-1 ante Atlas, por el tanto de visitante.
El tercer pecado de Javier Aguirre fue lanzarse a la yugular de sus propios jugadores, cuando luego de ser eliminado por Atlas comentó que tenía un plantel limitado, a pesar de contar con la escuadra más cara de la Liga MX con 85.9 millones de euros y traer refuerzos fallidos de la talla de Rodolfo Pizarro.
El cuarto fue su displicencia y arrogancia, ya que creyó que su jerarquía al volver a México tras su aventura en el Osasuna, Atlético de Madrid, Zaragoza, Espanyol, Al Wahda y Leganés serían suficientes para llevar al Monterrey al título, pero no fue así.
Finalmente, su último aunque quizá más significativo pecado fue jamás haber establecido su sistema y estilo de juego, en un plantel que deja luego de 53 partidos dirigidos, con 22 victorias, 17 empates y 14 derrotas, aunque con cuatro millones de dólares en el bolsillo.
EG