Increíble, pero cierto: Nadie se puede imaginar que el mejor futbolista no solo del mundo, sino de toda la historia del balompié mundial, tuvo que ser “rescatado” de la pobreza y esta terrible enfermedad por un club que lo firmó en una servilleta, pero con el que lo ganó todo hasta convertirse en una auténtica leyenda.
Y es que aunque muchos lo consideran el mejor futbolista de todos los tiempos, la cierto es que esto no pudo ser así si este equipo de LaLiga española no se “apiada” de él, lo firma en una servilleta y lo saca de la pobreza y lo rescata de esta terrible enfermedad que le impedía crecer, para finalmente explotar todo ese talento que mostró desde muy corta edad, cuando burlaba rivales con el balón cosido a los pies.
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Su padre rogó para que lo firmaran en una servilleta
Al no tener el dinero suficiente para costear dicho tratamiento, sus padres se fueron a vivir a Barcelona en busca de un mejor estilo de vida y trabajo, aunque finalmente su padre se rindió ante sus habilidades y buscó ayuda en este equipo de LaLiga española, que notó su potencial, lo firmó en una servilleta y le costeó su recuperación de esta terrible enfermedad, hasta convertirlo en el mejor futbolista no solo del mundo, sino de toda la historia.
Pero su problema hormonal pudo haberle costado el desarrollo físico necesario para hacer carrera en el balompié profesional, por lo que desde niño tuvo que tratarse con hormona del crecimiento: “Una vez por noche me inyectaba. Iba cambiando de pierna. Primero una, después otra. Al principio me la ponía mi mamá, mi papá. Cada noche. Hasta que aprendí y lo fui haciendo solo. No, no me dolía, ya era algo rutinario”, relató este mítico jugador en 2018 en el programa La Cornisa, de América TV.
La hormona del crecimiento lo salvó
Método habitual de dopaje, la hormona del crecimiento posee mala reputación en el deporte, aunque se trata de una sustancia natural producida por la glándula pituitaria y que juega un papel crucial en el desarrollo del cuerpo humano. Lionel Messi fue quien sufría déficit cuando tenía nueve años, cuando apenas medía 1.25 metros y le pusieron el apodo de La Pulga.
Lionel Messi tuvo que inyectarse 75 unidades de Levotiroxina diariamente para no quedarse en los 1.55 o 1.60 metros ya de adulto (ahora mide 1.70), en un tratamiento muy caro que finalmente fue costeado por el Barcelona, al que llegó con solo 1.48 metros de altura y 39 kilos de peso, así como un retraso en su crecimiento de un año, que después recuperó cuando en 2004 debutó con el primer equipo y el resto ya es historia: Se convirtió no solo en uno de los jugadores mejor pagados de la historia, sino también en la máxima leyenda del balompié mundial.