Luka Romero, una de las mayores promesas del fútbol mundial, ha dejado una parte suya en diversos clubes, como Mallorca, Lazio, Milan, Almería y Alavés, y ahora en Cruz Azul de la Liga MX. Pero muchos se preguntan: ¿por qué el mexicoargentino no creció en México y llegó tan joven al fútbol europeo? Aquí te contamos los detalles de su fascinante historia.
Era el final del 2004 cuando Diego Romero, su padre, quien nació en Quilmes, Argentina, tomó una de las decisiones más difíciles de su vida. Con el corazón lleno de sueños y las manos cargadas con las pequeñas vidas de sus mellizos recién nacidos, Luka y Tobías, dejó atrás México. Había jugado con los Alacranes de Durango en la Liga de Ascenso, pero las oportunidades que anhelaba no llegaban, y el tiempo para construir un futuro para su familia apremiaba.
Te podría interesar
En aquellos días, Diego era un hombre con talento, empuje y esperanza, pero los caminos del fútbol a veces son tan impredecibles como la vida misma. “Diego tenía calidad”, recuerda Octavio “Picas” Becerril, entonces entrenador de los Alacranes. “Hablé con Necaxa para recomendarlo, pero el club ya tenía jugadores en su posición y las plazas de extranjeros estaban cubiertas. No había espacio para él”.
El nacimiento de Luka cambió la vida de la familia Romero
El nacimiento de “Lukita” y Tobías marcó un punto de inflexión. Con la familia creciendo, Diego sabía que debía buscar otros horizontes. Así, con la bendición de sus pequeños “alacranes”, como cariñosamente los llamaba Becerril, partió rumbo a Ecuador. Dejó atrás el suelo mexicano, pero nunca su esencia, esa misma que años después brillaría en el talento de su hijo Luka.
El camino de su padre no fue sencillo. Sin el respaldo que necesitaba para consolidarse en México, optó por reconstruir su carrera lejos, llevando consigo la determinación de un hombre que nunca dejó de luchar. Esa misma fuerza sería el legado que transmitiría a la joven perla del Cruz Azul, un niño que aún no sabía el peso que tendría su nombre en el mundo del fútbol.
Años después, el eco de la familia Romero volvió a resonar. Luis Pérez, visor de talento para las selecciones juveniles de México, mencionó un nombre que encendió las memorias de Becerril: “¿Conoces a Luka Romero?”. Al escuchar el apellido, todo hizo "click". “¡Es el hijo de Diego!”, pensó. Entonces supo que Luka estaba destinado a algo grande.
Hoy, ese joven, que se convirtió en el futbolista más joven en debutar en LaLiga (liga española), con solo 15 años y 219 días, representa mucho más que solo un jugador talentoso. Es la prueba viviente de que el esfuerzo y la resiliencia siempre encuentran su recompensa. Su habilidad en la cancha, comparable al estilo que alguna vez mostró su padre, y su mentalidad ganadora lo han convertido en una promesa del fútbol moderno.