Si hablamos de historias de éxito, sin duda una de las que nos llega casi de manera automática a la mente es la del Canelo Álvarez, que pasó de ofrecer paletas de hielo a multicampeón mundial, aunque este otro mexicano dejó de vender gelatinas y de ser ayudante de albañil para convertirse en una de las máximas estrella del Ultimate Fighting Championship (UFC).
Tanto así que el estilo de ir al frente de este mexicano que dejó de vender gelatinas, de fajarse a golpes y nunca rendirse ante cualquier rival le ha abierto puertas a varios peleadores aztecas en las empresas de artes marciales mixtas más importantes del mundo, con el mismo Dana White, presidente de UFC, reconociéndolo como uno de los peleadores estrella que más admira.
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No se rajó, pero puso en peligro su carrera
Se trata de un peleador mexicano aguerrido y sin miedo que, después de dejar de vender gelatinas e incluso antes de debutar y convertirse en estrella de UFC, se fue a entrenar a Tailandia y cuando le preguntaron que si quería pelear, inmediatamente dijo que “¡Simón!”, aunque sin darse cuenta que sería en la pelea estelar hasta que vio los carteles de la función por las calles de dicho país.
“De repente, loco, empiezo a ver pancartas con mi cara. Era yo la pelea estelar, loco, y dije: “¿Qué mamad… hice?’. Vi a ese vato y dije: ‘¿Cómo me va a asustar este perro, si yo soy mexicano?’” y sí, así fue pues desde el primer round derribó a su rival y se llevó la victoria.
De vender gelatinas a ser estrella del UFC
Pudo haberse lesionado y poner en juego su futuro en el UFC, pero Ronaldo Lazy Boy Rodríguez tuvo la calidad suficiente para salir delante, como también la tuvo para dejar de vender gelatinas, de ser ayudante de albañil, escalar y cumplir su sueño de ser campeón mundial de UFC.
Nacido en Chiapas, pero yéndose a vivir a muy corta edad a Coatzacoalcos, Veracruz, junto a su madre (su papá se fue a Estados Unidos por dizque un futuro mejor), Ronaldo Lazy Boy Rodríguez tuvo que ponerse a trabajar para poder pensar en su futuro en las artes marciales mixtas: “Ahí me mirabas vendiendo gelatinas en los camiones, trabajando de chalán de albañil para poder ir a entrenar, para juntar dinero para mis viáticos para las peleas. Entonces dejó a su madre en Veracruz para irse a la CDMX con solo 200 pesos, “pero con muchos sueños y objetivos por delante y hoy estoy cumpliendo uno”.