Roger Federer, una de las figuras más influyentes en la historia del deporte mundial, recibirá, en agosto de 2026, uno de los reconocimientos más emblemáticos de su carrera: su ingreso al Salón Internacional de la Fama del Tenis. El suizo, dueño de una trayectoria que redefinió los límites de la excelencia, fue seleccionado en la categoría de “Jugador” y formará parte de una promoción que celebrará su legado en Newport, Rhode Island.
La noticia le llegó en una llamada. Stefan Edberg y Boris Becker (dos de sus ídolos de la infancia y ahora colegas en el prestigioso Salón) se unieron a más de 20 leyendas para felicitarlo. El ídolo suizo recibió el anuncio en Swiss Tennis, la misma casa que lo vio dar sus primeros pasos y que, décadas después, lo acompañó en esta coronación histórica.
Con 103 títulos profesionales, 20 Grand Slam, un oro y plata olímpico y un reinado de 310 semanas como número uno mundial, la elección parecía inevitable. Sin embargo, para Roger, el reconocimiento llega como un gesto profundamente emotivo que encapsula su aporte al deporte, su elegancia como competidor y una influencia que marcó generaciones enteras.
El legado de Roger Federer
Federer no solo acumuló récords; más bien, cambió la forma de entender el juego. Su estilo lo convirtió en el jugador más visto, admirado y seguido de su era. Fue además un embajador de la deportividad, reconocido 13 veces con el Premio Stefan Edberg, y elegido por los fanáticos como su favorito durante 19 años consecutivos.
A lo largo de su carrera, “Su Majestad”, como lo apodan, representó una mezcla de talento natural y disciplina meticulosa. Se consolidó como uno de los ocho hombres capaces de completar un Grand Slam en singles, mantuvo una hegemonía inédita con 237 semanas consecutivas como número uno y construyó una “rivalidad” legendaria con Rafael Nadal y Novak Djokovic que elevó al deporte a niveles históricos.
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Pero su impacto trascendió el circuito: creó la Laver Cup, un torneo que homenajea a su admirado Rod Laver y que se transformó en uno de los eventos más innovadores de la ATP.
El camino en el tenis de Roger Federer
Federer conquistó 103 trofeos ATP, cifra solo superada por Jimmy Connors (109). Entre ellos, sus 20 Grand Slam (seis Abiertos de Australia, uno de Roland Garros, ocho Wimbledon y cinco US Open) establecieron una vara que durante años se creyó insuperable. Ganó, además, 28 Masters 1000, cinco temporadas terminando como número uno del mundo y sumó más de 1.200 victorias en el circuito.
Asimismo, permaneció entre los mejores durante dos décadas y mantuvo un estándar competitivo que pocos deportistas han logrado sostener. Incluso en sus regresos tras lesiones, demostró una vigencia sorprendente, como en 2017 cuando volvió tras seis meses de inactividad para derrotar a Nadal en Australia y estirar aún más su leyenda.
Roger Federer en los Juegos Olímpicos
La relación de Federer con los Juegos Olímpicos fue tan intensa como cambiante. Desde Sydney 2000, donde terminó cuarto y conoció a Mirka (quien más tarde sería su esposa), hasta Londres 2012, donde obtuvo la medalla de plata, el suizo vivió alegrías, frustraciones y momentos decisivos.
Su consagración llegó en Beijing 2008 con el oro en dobles junto a Stan Wawrinka, en una final recordada por su euforia al alcanzar un objetivo que siempre consideró fundamental. También estuvo cerca del título en singles en Londres, pero se topó con un Andy Murray inspirado que lo relegó al segundo lugar del podio.
Participó en cinco ediciones olímpicas y, pese a no obtener el oro individual que tanto buscó, dejó una huella imborrable en la competencia. Su compromiso con representar a Suiza fue constante, ya que fue abanderado, líder del equipo y figura clave en la conquista de la Copa Davis de 2014.
Un ingreso al Salón de la Fama que resume una vida dedicada al tenis
La promoción 2026 del Salón Internacional de la Fama lo recibirá entre el 27 y el 29 de agosto en Newport. Junto a Federer ingresará la periodista Mary Carrillo, destacada en la categoría de “colaboradores”.
Con 31 títulos profesionales, 19 temporadas siendo el jugador más querido por el público, más de 380 semanas como número uno y una influencia que trasciende generaciones, Roger se marchó de las canchas, pero ahora permanecerá inmortal en la memoria colectiva.
