Por primera vez en sus 148 años de historia, Wimbledon dejará atrás una de sus tradiciones más icónicas: la presencia de jueces de línea en las canchas. A partir de la edición 2025, el prestigioso torneo sobre césped utilizará el sistema electrónico Electronic Line Calling Live (ELC), una tecnología que reemplaza por completo al equipo humano encargado de marcar las líneas, y que actúa en tiempo real con fallos automáticos emitidos por una voz digital. ¡Entérate de todo!
Esta actualización tecnológica, anunciada por el All England Club en octubre pasado, alinea a esta competición con otros Grand Slams, como el Abierto de Australia y el US Open, que ya dejaron de usar jueces de línea. El único “grande” que todavía se mantiene fiel al ojo humano es Roland Garros. No obstante, el histórico certamen británico ha dejado claro que su objetivo es combinar tradición con innovación, sin renunciar a su esencia.
Según Jamie Baker, director del torneo, el cambio busca mejorar la precisión del arbitraje y ofrecer una experiencia más fluida para tenistas y espectadores. Aunque se conservarán elementos clásicos como el atuendo blanco obligatorio y las fresas con crema, la transformación tecnológica forma parte de una apuesta decidida por actualizar el certamen sin perder su identidad.
El Ojo de Halcón en vivo
El nuevo sistema ELC será implementado en todas las canchas, utilizando cientos de cámaras sincronizadas con inteligencia artificial para detectar la trayectoria exacta de la pelota. A diferencia del clásico “Hawk-Eye”, que requería una solicitud del jugador para revisar una jugada, esta nueva versión toma decisiones automáticas, eliminando cualquier margen de error humano.
Aunque los jueces de línea dejarán de aparecer en escena, unos 80 oficiales que tradicionalmente cumplían ese rol seguirán colaborando como asistentes del árbitro principal, listos para intervenir ante cualquier inconveniente técnico. Así, Wimbledon busca garantizar tanto la precisión como la continuidad visual que distingue al torneo.
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Entre la modernidad y el legado
Wimbledon continúa aferrado a sus raíces, pero sin ignorar los avances del deporte global. Mantiene costumbres como el dress code blanco y la ambientación clásica, pero al mismo tiempo responde a las exigencias de un tenis cada vez más veloz y digitalizado. Para Baker, este cambio es "estético, funcional y necesario".
Con más de 450 cámaras instaladas en el predio principal y en Roehampton (donde se juega la qualy), el Grand Slam británico se posiciona como uno de los eventos deportivos más tecnológicamente avanzados del mundo.
