Una ambulancia trasladó a Diego Armando Maradona, de La Plata a Buenos Aires, para ser intervenido de un hematoma subdural en la cabeza. “Lo voy a operar yo con mi equipo en la Clínica Olivos”, confirmó su médico Leopoldo Luque, en las puertas del sanatorio Ipensa, mientras cientos de aficionados y medios de comunicación acompañaban su salida entre banderas y cánticos.
Diego llegó a la Clínica Olivos con el clamor de un país que reza por su ídolo, su capitán, el hombre que los hizo felices jugando a la pelota. El lunes por la tarde, el estado de salud de ‘El Pelusa’ generó preocupación en el mundo. No se lo vio bien. El primer parte médico trajo algo de tranquilidad, pero las últimas horas elevaron el riesgo.
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Entre bengalas, cánticos, banderas y gritos de “¡Fuerza, Diego!”, cientos de aficionados que hicieron guardia en el hospital Ipensa acompañaron la salida de la ambulancia, en la que Diego llegó hasta Capital Federal. “¡Olé, olé, olé, Diego, Diego!”. Los rostros de algunos mostraron lágrimas, tristeza y desolación. Pero confiaron en otro de los renacimientos del 10 argentino.
A la Clínica Olivos llegaron sus hijas, Dalma y Gianinna, quienes iniciaron un proceso legal para obtener su tutela y restringir las visitas únicamente a familiares de Diego. Desde Italia, lo acompañó también Diego Jr., su hijo, haciendo fuerza con sus hermanas para alejarlo de quienes, dicen, afectaron su salud en el último tiempo.
Mientras Diego sale de la operación, los cánticos en La Plata y Buenos Aires se multiplican: las banderas tienen su rostro, las camisetas muestran el 10 y, en la voz de miles de seguidores argentinos y del resto del mundo, la palabra que más se repite es Maradona. El 10. El tótem. El hombre que cumplió los sueños del futbol argentino.
AAH