A Tom Brady se le pasaron las copas. En la celebración por el título del Super Bowl LV, el quarterback de Tampa Bay Buccaneers rentó un yate privado, con un valor cercano a los 43 millones de pesos, y dio un paseo por la bahía de la ciudad al lado de sus hijos y del trofeo Vince Lombardi de la NFL.
Brady compartió momentos de su festejo con algunos aficionados de los Buccaners, quienes lo acompañaron desde el muelle o en lanchas cercanas a su yate. Después del recorrido, el siete veces campeón de la NFL desafió las leyes de la física, lanzando el trofeo (desde el barco) hacia un grupo de personas que pudieron retratarse con él.
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No obstante, los efectos de alcohol y la fiesta hicieron estragos en el quarterback a las pocas horas. En un video compartido en redes sociales, Brady apareció tambaleándose, con lentes oscuros y una sonrisa casi permanente, siendo escoltado por varios elementos de seguridad que no permitieron el contacto con los medios de comunicación.
El evento privado, según reportaron medios locales, se prolongó por algunas horas y Brady ya no pudo salir por su propio pie. Con una mano sobre su hombro, uno de los elementos de seguridad lo ayudó a abandonar el lugar luego del recorrido por la bahía y de varios litros de bebidas alcohólicas, que estaban dentro del yate.
AJ