El Tri de México, el de Alex Lora, amenizó el medio tiempo de la final entre Cruz Azul y Santos Laguna. Lo hizo con "Una triste canción de amor", "Las piedras rodantes" y esa voz aguardientoza de tantos años de una leyenda del rock and roll en nuestro país.
Lora apareció, como suele aparecer la música, en un momento de desconcierto para los aficionados de La Máquina. Justo después de que Santos, que llegaba con una desventaja de 0-1, había empatado el marcador global y emparejaba la pelea por el título.
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Con él, cerquita del centro de la cancha, estuvieron las guitarras, la batería y los bajos. También su esposa, la carismática Chela Lora, y un grupo de danzantes que bailaron al compás de su rock. "Felicidades, campeón" terminó con el pequeño recital de 15 minutos.
"Yeah, yeah, yeah", gritaba Lora hacia las tribunas, antes de irse del Azteca. "¡Qué viva el rock and roll!". Los más ochenteros aplaudieron y cantaron de pie. A ellos se les unieron uno que otro contemporáneo, divirtiéndose con las locuras del cantante.
Tres canciones, puro rock y una que otra palabrota dejó El Tri de México en el ambiente. Acaso por el nervio y la trascendencia del partido, la gente no conectó en su totalidad con la música. Pero sirvió para desahogar la presión del primer tiempo.
AJ