Para entender completamente al futbol es necesario sentir cada una de las superficies en las que se juega, no solamente la del césped que pueden pisar 22 atletas, sino también la de arena en la que el hombre parece que vuela, la de suelo rígido en la que podemos ver que la magia existe y también la de pasto sintético que da la sensación de ser profesional. Bogar Moreno las conoce a la perfección.
Acostumbrado a luchar contra los abucheos y a recibir ovaciones con gritos ensordecedores, el exitoso futbolista me recibe esta vez en una casa ubicada en la delegación Azcapotzalco de la Ciudad de México, una calle por la que transitan pocos vehículos y en la que no se escucha más que a los niños jugando.
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Ahora no hay que regatear a rivales, debemos evadir a los infantes y a las bicicletas que están en el patio de un edificio de dos pisos, todo para llegar a la sala de un hogar en el que Bogar, su esposa, su madre y un tío político ven la clásica película Karate Kid.
Una pausa a toda la algarabía que se percibe dentro del terreno de juego.
Esa escena no es más que el reflejo de la cercanía que Moreno tiene con su familia, una parte esencial de la cultura mexicana que dicta que no hay nada antes que ella, de hecho, de no ser por las mujeres de su vida, probablemente nuestro personaje estaría en otro lugar.
“Me dedico bastante a mi familia, siempre busco convivir con mi mujer, mi bebé y mis hijos Diego y Héctor”, expresa. “Mi familia es mi segunda pasión, es lo que más amo en la vida. Estoy muy agradecido con mi pareja, hubo un lapso en el que estaba en el conformismo tras haber ganado muchas cosas y ella me volvió a impulsar”, agrega.
Hoy lo tenemos aquí, hablando de la pasión por el balompié que adquirió desde los cinco años, además, abrió su corazón para explicar cómo perdió a su padre por un infarto fulminante justo cuando había alcanzado su mejor nivel, un suceso que lo alejó del deporte por un lapso importante, pero que más tarde retomaría con el apoyo incondicional de su madre.
Unos meses después, Bogar regresó al mundo del futbol profesional, viajó a Celaya para entrenar en divisiones inferiores del equipo de la ciudad y las estrellas se alinearon para que el entrenador del primer equipo, que era Rubén Omar Romano, y su auxiliar Sergio Bueno presenciaran una brillante exhibición de Moreno.
“Se sentaron en la tribuna, yo estaba en la banca porque venía de una lesión y entré cuando perdíamos 2-0, me toca meter dos goles y dar una asistencia, ganamos 3-2”, contó el futbolista con una enorme sonrisa.
Luego, Bogar fue incluido en una lista para entrenar con el primer equipo, había encontrado nuevamente el faro para conducir su barco hacia el éxito en el futbol profesional, sin embargo, una decisión que tomó con el corazón lo orilló a abandonar ese sueño.
“Jugábamos en tercera y en segunda división, pero entrenábamos con el primer equipo, así pasamos partidos amistosos, oficiales no, pero estábamos con el grupo”, narra Moreno. “Terminando la pretemporada mi exmujer me dice ‘el futbol o yo’, me regresé y ahí me quedé”, añadió.
La vida no se recorre en una línea recta, a veces nos desviamos para después retomar el camino inicial o simplemente aparecemos en un sendero que no teníamos previsto y que termina por cambiar nuestra vida.
Luego de haber dejado la vida de futbolista profesional, Bogar comenzó a jugar en el futbol amateur, posteriormente pasó al futbol de sala y finalmente llegó al fut 7, rama en la que brilló por todo el mundo, incluso tuvo la oportunidad de conocer a Alessandro Rosa Vieira, mejor conocido como Falcao.
Moreno representó a México en los distintos mundiales organizados para el fut 7, ganó el respeto de selecciones como Estados Unidos, Brasil y Túnez, de hecho, en 2017 fue nombrado el mejor futbolista del planeta en esa categoría, una distinción que ningún jugador del balompié profesional ha conseguido.
“En ese lapso fuimos campeones del mundo en clubes, en Copa Sudamericana y Copa América, entonces tuve la fortuna de que me nombraron el mejor del mundo. Es un reconocimiento muy valioso (…) el nivel es muy alto, si fuera tan fácil seríamos 10 veces campeones del mundo y no hemos tenido esa fortuna”, apunta.
El retiro de Bogar está cerca, él planea anunciarlo al finalizar el Mundial de fut 7 que se celebrará el próximo año en Puebla y desde este momento ya disfruta el deporte desde otra trinchera, pues hace constantes viajes a Ciudad del Carmen para guiar a un equipo de jóvenes en un camino que él ya recorrió.
Aún así, a Moreno le queda una espinita, pues considera que hace falta algo para que esta rama del futbol gane popularidad en el país como la tiene en otros lugares, aunque parece muy lejano, él tiene fe en que se logrará algún día.
“Ves finales de la liga de fut 7 y hay entre 3,000 y 4,000 personas conectadas en vivo a altas horas de la noche porque hay mucho espectáculo y los jugadores se entregan al máximo”, explica. “Debe haber más apoyo de los patrocinadores grandes las empresas de refrescos, los bancos, que tuvieran la oportunidad de ver un partido y luego apoyaran al proyecto porque la verdad es otro nivel”, concluyó.
Por Dave Ramos