En la historia del boxeo mexicano no hay vida más triste, decepcionante y hasta humillante que la de este campeón mundial mexicano que luego de ganar millones de dólares en su carrera como pugilista, todo lo derrochó en mujeres, drogas y alcohol hasta terminar ofreciendo incluso su mismísimo cinturón de peso pluma del Consejo Mundial en la mismísima Lagunilla.
Adorado por todos los mexicanos en los 60 y 70 y considerado sin duda el mejor boxeador mexicano de todos los tiempos hasta la llegada de Salvador Sánchez y Julio César Chávez, este campeón mundial mexicano cayó en tal desgracia que, incluso, quiso vender en la Lagunilla su cinturón de oro y diamantes por el que pedía hasta un millón de dólares, su anillo del Salón de la Fama (2 millones de billetes verdes) y se tomaba fotos y firmaba autógrafos por 100 pesos cada uno.
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Fue actor y cantante, pero sobre todo comparsa de decenas de amigos que solo se le acercaban como campeón mundial para quitarle dinero y que les invitara los tragos, las chicas y la droga, pero que lo dejaron solo cuando finalmente se topó con la ruina en la Lagunilla, luego de haber tenido un debut exitoso en agosto de 1965 en la Arena México.
Hizo millones, pero este campeón mundial terminó vendiendo en La Lagunilla
Se trata ni más ni menos que de Rubén Púas Olivares, a quien 51 pugilistas internacionales trataron de frenar su récord invicto, pero todos fracasaron para finalmente consagrarse campeón mundial cuatro veces, para terminar con récord de 89 victorias (79 nocauts), 13 derrotas y tres empates en un total de 105 combates.
A lo largo de sus 16 años de carrera en el boxeo profesional se estima que ganó poco más de 2 millones de dólares, los cuales despilfarró uno a uno y de manera lastimosa hasta finalmente quedarse con nada, viendo ahora muy lejos aquella vieja época de gloria, pero también de lujos y excesos que lo acabaron y lo llevaron a vender en 2017 lo poco o casi nada que alcanzó a rescatar.
Sobre una calle al lado del mercado de la Lagunilla y por una supuesta deuda bancaria y la difícil situación financiera de su familia, El Púas ofrecía títulos y galardones de su etapa como boxeador que nadie le compraba, obras de arte que aprendió a tallar durante su infancia, cuando fue carpintero en un taller de La Bondojito, así como fotos y autógrafos, asegurando que no se estaba muriendo de hambre ni que estaba en bancarrota, aunque en agosto de 2020 fue baleado mientras él y toda su familia se encontraban al interior de su vivienda, ubicada en la colonia La Joyita, barrio de La Bondojito.
EG