Tras experimentar en carne propia el infierno que vive actualmente el Jr., Julio César Chávez se prometió a sí mismo no dejarlo nunca en lo que le resta de vida hasta verlo finalmente recuperado, lejos de las droga a la que era adicto y que aquí nos revela, así como la forma en que se lo llevó con engaños a la clínica de recuperación en la que su hijo lo amenazó que cuando saliera lo iba a matar.
En charla con Adela Noriega en su programa ‘La Saga’, Julio César Chávez recordó todas las veces en que por su adicción a la droga internó al Jr. en la clínica, de la cual se salía a la semana porque tenía una pelea de 5 millones de dólares, decía que ya estaba bien y no volvería a consumir, pero cuando ponía un pie afuera le valían sus hijos, a su esposa la empezabas a insultar, a él, a su mamá, a sus hermanos y le valía nada su vida.
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La clínica de rehabilitación, peor que la cárcel: un infierno
Indicó que lo tuvo que meter ahí para que la viviera y vaya que lo hizo, porque qué pantalones vivir un año durmiendo en el suelo, comiendo verduras podridas, levantándose a las 5 de la mañana, bañándose con agua helada, a tener la vista enfrente y las manos atrás: “Está cab… Es peor que la prisión, ¡un infierno!”, dijo.
Y añadió: “Cuando yo estuve ahí decía: 'Dios mío, ¿qué hice para merecer esto? ¿Cómo es posible que yo, teniendo mis carros alegóricos, mi yate, mi avión privado y millones de dólares esté aquí, durmiendo con 120 cabrones en el suelo? No es posible. ¿A quién maté? ¿A quién robé?'. Y Solo me decían que era para que valorara lo que tenía”.
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A esta droga era adicto el Jr. y así lo internó con engaños
Afirmó que mientras él consumía cocaína y alcohol, el Jr. era adicto a las pastillas para bajar de peso que probó para una pelea, pero luego comenzó a abusar de ellas y se le hizo una adicción muy peligrosa porque si te tomas 20 te puede dar un infarto: “Él se tomaba hasta 30 en un día y si no le dio un infarto fue porque Dios es muy grande, pero está cab…”.
Indicó que él lo aguantó hasta que tocó fondo, para entonces “ponerle un cuatro”: Se fue a entrenar, lo durmió, se lo llevó en un avión privado a Guadalajara y cuando despertó se dio cuenta que estaba donde estuvo su padre: “¡A la madre!”, dijo, porque ya les había contado cómo había sido su estadía ahí: “Yo le dije: ‘Mi hijo, mientras yo te vea mal yo te voy a salvar la vida, cuésteme lo que me cueste. Así me odies, dejes de hablarme, todo, yo te voy a salvar porque eso tú hiciste por mí, porque tú me salvaste, estoy limpio por ti y sobre aviso no hay engaño. No voy a dejar que se muera, que se mate en un carro, que lo vayan a matar o se mate él con las pastillas”.
EG