“Fuimos un desastre, no fuimos el equipo que veníamos siendo. Nos asustamos y pasó lo que pasó”. La declaración corresponde al 28 de septiembre del 2008 y será, por varios años, la que acompañe la carrera de Miguel Sabah, entonces delantero Cruz Azul. La derrota por 2-0 ante el América, en el Estadio Azteca, detonó el vestidor de La Máquina y voló las esquirlas hasta La Noria.
Después de 12 partidos consecutivos sin ganar un Clásico Joven, Sabah cambió el discurso y los lugares comunes. “No agarramos el balón, no hicimos el futbol que teníamos que hacer, no marcamos, no atacamos. ¿Qué mas les puedo decir?”. Sus palabras dieron vueltas por programas deportivos, radiales y primeras planas de periódicos. También, en las oficinas del presidente del club, Guillermo Álvarez Cuevas, y el cuerpo técnico de Benjamín Galindo.
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Hubo reuniones, idas y vueltas y una sanción interna para él, que luego fue confirmada por sus compañeros. “Nosotros no somos quién para juzgar. Hay gente que es la que manda y tenemos que acatar las órdenes. Somos simples empleados”, afirmó Gerardo Lugo, durante una conferencia posterior en el Estadio Azul. Tres días después de la derrota, el 1 de octubre, Sabah se desdijo y caminó de regreso sobre sus propios pasos.
“Ahora soy la ‘carrilla’ del equipo. No sé si han visto el Show de la barandilla. Ahí había un señor que salía diciendo: ‘tengo miedo, tengo miedo’. Bueno, pues así me dicen”, sostuvo, y siguió: “Se hizo un lío grande que a mí me pone en mal concepto. Duele oír comentarios de personas que te conocen y se dejan llevar por un encabezado o unas palabras. Ni modo: me tocó ser el villano de la película”.
El temperamento del atacante, sin embargo, arrojó un último explosivo, pero ya sin pólvora. “Duele perder contra el América, porque se están convirtiendo, como dicen vulgarmente, en nuestros papás y eso da coraje. (Para la revancha) tenemos que esperar al otro torneo”. Pero no hubo revancha sino hasta dos años después, cuando La Máquina detuvo el dominio de las Águilas con un gol de Christian Giménez (1-0, en el Apertura 2010).
Dentro y fuera de Cruz Azul, a partir de aquel 28 de septiembre, Sabah no pudo ser quien era antes. Lo persiguió el eco de sus declaraciones, lo llamaron “El hombre sin miedo”, tuvo que irse del club (al final de ese torneo) y los focos apuntaron a él siempre que tuvo como rival al América. Así, hasta el último día de su carrera. “Nos asustamos”, dijo aquella vez. Y con el susto llegó luego la pesadilla.
AAH