Zlatan Ibrahimovic se había convertido en el héroe del Milan. Lo hizo después de marcar el primer gol ante el Inter, a los 31 minutos, y de ser el jugador más determinante en los cuartos de final de la Copa Italia. No obstante, fiel a su personalidad, una locura suya cambió el panorama del partido.
El sueco recibió la tarjeta roja en el inicio del complemento (58’), luego de varias acciones cruzadas con los jugadores del Inter. Su salida provocó un abismo en la estrategia de los rossoneros, que, sin su mejor hombre, no pudieron revertir la reacción de su rival.
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Romelu Lukaku marcó el empate a falta de 20 minutos (71’) y puso a temblar al Milan, en el Estadio San Siro. El cierre fue una tortura para el equipo de Zlatan, porque, en inferioridad numérica, su mayor apuesta fue el contragolpe. Y de ahí se agarró el Inter para buscar la diferencia en el final.
La expulsión de Ibrahimovic hizo olvidar el gol que había conseguido en la primera media hora. Lo borró de la mente de su equipo, y no sólo eso: le dio vida a un rival que parecía ir a menos en confianza, luego de 45 minutos en los que no tuvo oportunidad de generar peligro. Christian Eriksen, en tiempo de compensación, definió el pase de los nerazzuri en el Clásico de Italia.
AH