Además de héroes deportivos, en los Juegos Olímpicos siempre salen a la luz auténticas historias de vida que nos sorprenden e inspiran, como es el caso de Luis Garrido, jugador de bádminton que venció a la muerte y que en París 2024 tratará de conseguir una medalla para México.
Nacido el 10 de mayo de 1996 en Monterrey, Nuevo León, Luis Garrido prácticamente nació con una raqueta bajo el brazo, pues desde los dos años se familiarizó con el bádminton porque su padre Marco Antonio era el encargado de los deportes con raqueta de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL), sin imaginarse que estaría en los Juegos Olímpicos de París 2024 y mucho menos que lo haría luego de que venció a la muerte.
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Luis Garrido, un deportista sin rival
Con miras a su participación en los Juegos Olímpicos de París 2024, a sus 13 años Luis Garrido no tenía rival, por lo que decidió irse primero a Canadá para después mudarse a Dinamarca, donde los campeonatos mundiales y torneos de bádminton gozan de gran popularidad y se midió en una de las mejores ligas del mundo, logrando una velocidad en sus disparos de más de 200 kilómetros por hora, hasta que finalmente la muerte casi lo alcanzó.
Campeón de los Juegos Centroamericanos y del Caribe en San Salvador 2023, medallista panamericano en Santiago 2023 y uno de los atletas más prometedores de México, este jugador de bádminton obtuvo su boleto a París 2024 al ubicarse en la posición 29 del ranking internacional de manera individual, luego de 18 torneos y ganar 25 mil 729 puntos. Iniciará su participación en la fase de grupos el domingo 28 de julio a las 08:30 horas (tiempo del centro de México) ante Chou Tien Chen, de Taipei, para luego medirse con Lee Cheuk Yiu, de Hong Kong. De salir vencedor en su grupo, disputará los octavos de final el 1 de agosto.
Así venció a la muerte Luis Garrido
Pero ninguno de sus logros se equipara con la vez que venció a la muerte, pues cuando casi lograba su clasificación a Río 2016 y durante un año, una rara enfermedad casi le arrebata la vida: La rabdomiólisis provocaba que orinara sangre, fallas renales, que su riñón derecho dejara de funcionar y el izquierdo funcionara al 50 por ciento, además de que, incluso, tuvo varios microinfartos nocturnos.
En España, con el único médico que le daba esperanzas, finalmente pudo lograr una lenta recuperación, aunque su proceso de rehabilitación hizo que también se perdiera los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Tras salir airoso de aquella dura batalla, ahora podría hacer historia al cumplir su sueño en París 2024 pues, después de tanto, ¿qué tan difícil podría ser ganar unos partido para él?