Desde niño, el inglés Lewis Hamilton tuvo que afrontar el racismo de manera silente, aunque ahora que es la única estrella negra en F1 aprovecha no solo para ganar títulos, sino para tratar de cambiar el deporte que lo hizo famoso y acabar con la discriminación a nivel mundial.
Su padre le dijo que siempre hablara en la pista, pero luego de siete títulos del mundo de F1 el piloto de Mercedes, Lewis Hamilton, finalmente se decidió a levantar la voz contra el racismo por todos aquellos que no pueden hacerlo y que sufren intimidación y burlas raciales, como las que él vivió desde su época en el kartismo.
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Nacido de madre blanca y padre granadino-británico, ella no entendía el acoso en la escuela y él era bastante duro, por lo que Lewis Hamilton mejor se quedó callado de chavito, hasta que el deporte le ofreció una salida contra el racismo primero en el boxeo, luego en el karate y finalmente en las carreras, que fueron su liberación como el único niño de color en la pista, donde engañó a todos, los burló y los venció: “Eso, para mí, fue más poderoso que cualquier palabra”, asegura.
La lucha contra el racismo en el mundo es importante para Lewis Hamilton
Ahora, Lewis Hamilton encontró una voz sobre su identidad racial después del asesinato de George Floyd, cuando en el GP de Austria se puso una camiseta de Black Lives Matter, se arrodilló y levantó un puño cerrado. Cuando algunos pilotos se negaron a seguir su ejemplo, les advirtió que “el silencio es cómplice”. Al final, todos vistieron camisetas de End Racism y 14 se unieron a él en el gesto, mientras que seis se quedaron atrás.
“Ahora estoy equipado con las herramientas para hacerlo. Miro a mi sobrina y sobrino. Miro a mis primitos y pienso: ‘¿Cómo puedo mejorar las cosas para ustedes y sus amigos?’”, en un equipo como Mercedes, con solo 3 por ciento de su personal de minorías étnicas.
Entonces, en 2019, trabajó con la Real Academia de Ingeniería para una investigación, con miras a mejorar la representación de los negros en el deporte motor: la Comisión Hamilton, que va desde pedir a los equipos de F1 que implementen una carta de diversidad; aumentar el número de profesores negros; un fondo para exponer a los estudiantes excluidos y actividades relacionadas con el deporte motor. El desafío es hacer que las instituciones adopten estos planes como propios, priorizándolos y luego haciéndolos cumplir. Es cierto: los grilletes se han roto, pero hay más en la libertad que simplemente romper las cadenas.
EG