Tres veces campeona se dice fácil, pero es todo un hito logrado por la veracruzana María Bárbara Wetzel Aguilar, quien puso muy en alto el nombre de México en el pasado Mundial de Gimnasia Artística para Atletas con Síndrome de Down, además de llevarse una plata y un bronce que la convierten actualmente en la mejor gimnasta del planeta con un total de 24 medallas en su trayectoria deportiva.
Siguiendo los pasos de Alexa Moreno al ganar oro en la Copa Mundial de Gimnasia Artística de París, superando a la australiana Georgia Godwin y a la francesa Coline Devillard, que se quedaron con la plata y el bronce, respectivamente, la gimnasta Bárbara Wetzel la rompió en el Mundial de Gimnasia Artística para Atletas con Síndrome de Down de Sudáfrica, quie se vistió con los colores de la Bandera Mexicana.
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A sus 19 años, Bárbara Wetzel es ya todo un referente de la gimnasia mundial
Originaria de Coatzacoalcos, Veracruz y a sus tan solo 19 años de edad, Bárbara Wetzel ha logrado 24 medallas en su historial deportivo como gimnasta, las cuales se sumaron las últimas cinco para un total de 17 metales de oro, seis de plata y una de bronce que ya se encuentran en sus vitrinas.
En Tshwane, Sudáfrica, Bárbara Wetzel se enfrentó a competidoras de Italia, Bulgaria, Argentina y Estados Unidos, además del país anfitrión, en el que incluso se vio las caras ante ni más ni menos que la gimnasta cuatro veces campeona de olimpiadas especiales y dos veces campeona mundial, Chelsea Wener, quién logró el oro en gimnasia artística en 2015.
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Así se convirtió en la mejor del mundo Bárbara Wetzel
Gracias a su increíble actuación, Bárbara Wetzel obtuvo su primera presea dorada en la categoría All Around, la segunda en piso a manos libres y la tercera en modalidad de salto, mientras que el metal de plata lo consiguió en la modalidad de barras y la presea de bronce fue lograda en vigas.
“Bibi”, como le dicen de cariño sus padres, nació en diciembre de 2003 con hipotonía, un trastorno común en los niños con síndrome de Down que debilita el tono muscular, por lo que durante muchos años llevó una intensa terapia física para ayudarle a desarrollar sus músculos y motricidad. Una vez que comenzó a caminar, su madre no quiso dejar la terapia e hizo que correr, saltar y dar vueltas por los aires se convirtiera en la rutina diaria de su hija, hasta inscribirla a clases de gimnasia desde los tres años de edad y convertirse ahora a pulso en tricampeona del mundo.
EG