Este fin de semana se marca el cierre de una era en la Fórmula 1. El Gran Premio de Abu Dhabi será el escenario de la última carrera de Lewis Hamilton con Mercedes, un capítulo que se despide con la misma elegancia con la que comenzó hace 12 años. El piloto británico, de 39 años, pone fin a una relación que lo definió como uno de los más grandes de la historia, con seis títulos mundiales conquistados bajo el ala de la escudería alemana.
El próximo año, Hamilton cambiará de rumbo. Ferrari será su nueva casa, pero antes de dar ese salto, se prepara para una última danza con el equipo que le permitió forjar una leyenda. Las redes sociales de la escudería ya han comenzado a despedir al campeón, agradeciendo los años de éxitos, sacrificio y trabajo en conjunto.
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“Batiendo récords. Histórico. Icónico. Listo para escribir el capítulo final juntos. Gracias, Lewis”, escribieron, reconociendo la magnitud de lo que han logrado juntos.
Y, por supuesto, no pasaron desapercibidas las palabras del corredor, quien afirma que ha tomado una difícil decisión y que le ha tomado mucho tiempo tomar esta iniciativa. “He tenido todo el año para pensar en ello, así que ha habido esos altibajos a lo largo del año. No puedo predecir cómo me voy a sentir el próximo domingo después de la carrera, o los días siguientes, o en Navidad“.
Toto Wolff, jefe del equipo, no pudo evitar recordar lo que significó este viaje. “Cuando comenzamos a trabajar juntos en 2013, no podíamos imaginar lo que vendría. Nuestra relación es un legado que trasciende nuestro deporte, con un impacto duradero más allá de la pista”.
Esta despedida no es solo la conclusión de una temporada, sino de una era. La emoción se palpa en el ambiente, como si todo lo logrado hasta ahora estuviera esperando ser envuelto en una última vuelta, una última imagen. El adiós de Hamilton a Mercedes no es solo la partida de un piloto, sino la despedida de un símbolo.
Una despedida que, aunque anticipada, parece dejar un vacío irremplazable en el corazón de los aficionados y del equipo. Pero así es el destino, que siempre se reinventa, como la misma Fórmula 1, que seguirá su curso, pero sin olvidar a quien la hizo más grande.