Hablar de la lucha libre al interior de la República es hablar, sin duda, de uno de los deportes insignia y, por ende, más idolatrados que existen. Históricamente se vislumbran dos bandos, siendo este el rudo y el técnico. Y si bien lo lógico es que los villanos sean los odiados por la afición, existe alguien que se sale del libreto dentro del CMLL y la Arena México: Último Guerrero.
Nacido el 1 de marzo de 1972 en Gómez Palacio Durango, José Gutiérrez Hernández, nombre de pila del Último Guerrero, ha tenido la oportunidad de convertirse en el rostro rudo del CMLL. Curiosamente esto, más que alejarlo de la afición de la Arena México, lo hizo encariñarse de la misma y viceversa al grado de ser uno de los más queridos.
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La Arena México es el santuario por excelencia de la lucha libre al interior del territorio azteca, por lo que el CMLL suele programar a sus joyas más interesantes y a sus estrellas consagradas como lo es precisamente el Último Guerrero. Ahora bien, ¿cómo es que el nacido en el norte del país logró convencer a la afición pese a ser un rudo de sepa?
Último Guerrero, el rudo que enamoró a la afición en la Arena México
Si bien tiene más de una década como uno de los atletas insignia del Consejo Mundial de Lucha Libre, probablemente el Último Guerrero se ganó el cariño y respeto de la afición el 19 de septiembre del 2014, cuando perdió la máscara en un duelo frente a Atlantis en una lucha correspondiente al 81 Aniversario del CMLL. La fanaticada recuerda a un José Gutierrez empapado en lágrimas al entregar la que es, para muchos expertos, una de las incógnitas más lindas al interior del país.
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El “luchador de otro nivel” logró ganarse el cariño de la gente desde tiempo antes; sin embargo, reforzó esta situación desde aquel momento gracias a mantener su personaje aún sin la máscara. Por ende, entiende que este respeto que sienten por él ha sido más fuerte que las groserías que ha hecho desde su bando rudo, pues a pesar de asegurar que quería “caerle mal a la afición”, las personas salen felices aunque haga trampa en sus funciones.
El Último Guerrero se describe así mismo como un rudo con mucha alegría. Y si bien ya se acostumbró a los aplausos, goza de los pocos que aún lo abuchean pues eso es, para él, una inyección de ánimo y júbilo. Su impacto en el CMLL es tal que, ahora, también se dedica a enseñar a las nuevas generaciones a sobresalir.
Su legado se mantendrá intacto
Podría pensarse que, con 51 años de edad, su retiro se aproxima cada vez más. Y mientras lo anterior puede tener una dosis de realidad, el nacido en Gómez Palacio se encuentra tranquilo, pues en el CMLL ya aparece un Gran Guerrero que no solo es un hermano de sangre sino que, con poco más de 30 años de edad, ya tuvo la oportunidad de protagonizar un Aniversario e infinidad de funciones en países alejados de la República Mexicana.
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AC