Greg Louganis se hizo leyenda en los Juego Olímpicos de Barcelona 1992 tras ganar el oro a pesar de sufrir una conmoción cerebral y romper barreras como uno de los primeros competidores no solo abiertamente homosexual, sino incluso con VIH, Sida, aunque Derek Redmond se robó también los corazones del mundo con esta inspiradora historia al lado de su padre, gracias al que pudo cruzar la línea de meta en uno de los momentos olímpicos inspiradores y de gran impacto en el deporte.
Mientras el clavadista estadunidense dejaba en shock al mundo entero al golpearse la cabeza en el trampolín de 3 metros y derramar su sangre en la poza que nadie quería después utilizar por miedo a contagiarse de VIH, el atleta británico Derek Redmond impactaba a todos con una inspiradora historia y de gran impacto en el deporte al lado de su padre, en uno de los momentos olímpicos inspiradores en la prueba de los 400 metros de los Juegos Olímpicos de Barcelona 1992.
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Impacto de Derek Redmond en el deporte
Favorito en los 400 metros de Barcelona 1992, Derek Redmond tuvo gran impacto en el deporte con su inspiradora historia al lado de su padre, pues a pesar de ser víctima de lesiones que lo dejaron fuera de los Juegos de la Commonwealth de 1986, en Edimburgo, y de Seúl 1988, además de que no ganó, su imagen pasó a la posteridad como una de los momentos olímpicos inspiradores en la historia de los Juegos Olímpicos.
“Ese día todo estaba saliendo bien. Salí muy bien, lo cual es inusual en mí. Creo que fui el primero en reaccionar a la pistola. Mi táctica normal era dar la vuelta a la primera curva y luego apretar durante 30 metros, acelerar con fuerza. Pero cuando me puse de pie, estaba casi a la vuelta de la esquina, mucho más distanciado de lo habitual, y decidí no desgastarme mucho y ahorrar energía para luchar en la línea de meta. Unos tres pasos más tarde, sentí algo”, recordó el atleta para The Guardian en 2011.
Su sueño olímpico se derrumbó, pero no su espíritu
Era su isquiotibial de la pierna derecha que hizo a Derek Redmond desplomarse con agonía en el suelo, viendo así acabado su sueño olímpico, pero en vez de salir de la pista se obligó a levantarse y llegar a la línea de meta en una de las momentos olímpicos inspiradores en la historia de los Juegos Olímpicos, pues al ver lo que sucedía su padre Jim no dudó, saltó una barrera y corrió hacia él para ayudarlo a llegar a la línea de meta.
De pie, 65 mil personas los ovacionaron en el estadio y millones más los seguían por televisión, aunque antes de alcanzar la meta Jim dejó a Derek solo para que pudiera cruzarla sin ayuda: “Empezamos juntos y la acabaremos juntos’”, indicó quien portó la antorcha en Londres 2012 y jamás entendió toda la atención que recibió en los siguientes meses pues para él no fue más que la reacción natural de un padre que se preocupa por un hijo. “Fue el instinto paternal”, explicó para The Australian en 2017.