El 22 de enero de 2006, la NBA fue testigo de una de las actuaciones más inolvidables de todos los tiempos. Kobe Bryant, en una noche que parecía escrita para él, firmó 81 puntos ante los Toronto Raptors y dejó una marca que no sólo desafió la lógica del deporte, sino que también redefinió lo que un jugador podía lograr por sí solo dentro de una cancha.
La temporada no era sencilla para los Lakers: el equipo tenía altibajos, el rendimiento colectivo no brillaba y "Black Mamba", como se lo apodaba, cargaba prácticamente con todo el peso ofensivo. Sin embargo, nadie podía anticipar lo que estaba por suceder en el Staples Center. Lo que comenzó como un partido más de fase regular se convirtió en una obra maestra individual que quedaría grabada en la memoria de millones.
A partir del tercer cuarto, la energía cambió. Kobe entró en un estado competitivo incontrolable, una zona donde cada tiro, cada movimiento y cada decisión parecían inevitables. Para cuando sonó la chicharra final, había firmado la segunda mayor anotación en la historia de la liga estadounidense de básquet.
¿Cómo llegó Kobe a aquella noche histórica?
La temporada 2005-06 representaba un desafío para el oriundo de Filadelfia, que había asumido un rol ofensivo dominante tras la salida de Shaquille O’Neal. El equipo dependía casi exclusivamente de él para competir, y su mentalidad “Mamba” comenzaba a forjarse como un sello personal. En ese contexto, Kobe venía acumulando actuaciones de alto nivel, pero ninguna anticipaba lo que estaba por venir.
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En el primer tiempo, anotó 26 puntos, una cifra alta pero no fuera de lo común para él. Toronto dominaba y los Lakers parecían desconectados. El clima en el estadio era de frustración, hasta que él decidió tomar la “batuta” y exponer su magia. Su agresividad, por supuesto, aumentó, comenzó a atacar el aro, a generar desde el drible y a castigar desde media y larga distancia.
Ese período fue el punto de quiebre: Bryant anotó 27 puntos en doce minutos, cambiando por completo el rumbo del encuentro. Cada vez que tomaba la pelota, la defensa canadiense parecía un paso tarde.
La avalancha final
En el último cuarto, ya con el estadio totalmente rendido a sus pies, Kobe siguió atacando sin descanso. El equipo rival probó marcas dobles y triples, pero nada funcionó. El jugador de la "Tierra de los 10.000 Lagos" cerró el partido con 81 puntos, rompiendo todos los esquemas y asegurándose un lugar privilegiado en la historia. El Staples Center estalló en ovación, consciente de haber presenciado algo irrepetible.
La hazaña recorrió el mundo en cuestión de minutos. Prensa, jugadores y entrenadores coincidieron que lo que había hecho no se veía desde la era de Wilt Chamberlain. Muchos jóvenes que aquel día vieron la actuación quedaron marcados, y algunos de ellos, años después, reconocieron que esa noche los llevó a perseguir una carrera en el básquet. Aquella actuación pasó a ser el símbolo más puro de la “Mamba Mentality”.
