La historia empieza y termina el 5 de junio de 2014. En uno de los baños del Gillette Stadium, casa de los New England Patriots de la NFL, el entonces técnico de la Selección Mexicana, Miguel Herrera, encuentra a su paso a legendario Tom Brady, quarterback del equipo.
El encuentro sucede ante los ojos de una señora que no permite la captura de fotos dentro de las instalaciones. “No Photos, No Pictures”, repite, ante la mínima intensión de quienes buscan un recuerdo en la casa de los Patriots.
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Sin opciones de negociación, ‘El Piojo’ busca entre sus recursos alguna idea que lo salve. Y de pronto la encuentra. Dirá que Brady, la estrella del 1,90m de estatura, es “un chamaco que se acercó a pedirle una foto” y que no se la puede negar. Lo hará en un tono conciliador frente a la señora, que, acorralada por el mexicano, terminará cediendo ante su petición.
"Cuando se acerca la chica que estaba cuidando que no tomaran fotos, le dije: 'a ver, pérate, dile a este chamaco (Brady) que me vino a pedir la foto. Dile. Me viene a pedir la foto y están prohibidas. El chamaco está aquí molestando que quiere foto conmigo'. De repente, la chica se voltea y hace cara de 'está bien'. Así me tomé la foto con Tom Brady", recuerda Herrera, orgulloso de su hazaña personal.
La suerte de entrenar en una cancha alterna del Gillette Stadium, donde también lo hacen los Pats, enmarca uno de los momentos más felices en la etapa de 'El Piojo' como aficionado de la NFL. Aunque su corazón está con los Pittsburgh Steelers, la foto con uno de los mejores quarterbacks de todos los tiempos, y hoy protagonista del Super Bowl LV, es celebrada todavía como un campeonato.
AAH