Cristiano Ronaldo no sabe perder. El espíritu competitivo del capitán de Portugal no le permite considerar la derrota como una posibilidad en un partido de futbol. Por eso, cada vez que se le niega el triunfo, hay algo en su mente que desarticula la razón de la emoción, y sucede lo impensado.
Eso explica su última imagen, después de la eliminación de su selección frente a Bélgica en los octavos de final de la Eurocopa. Porque luego del 0-1, el delantero abandonó la cancha con toda la bronca a cuestas y, después de saludar sin ganas a un rival, arrojó al piso la cinta de capitán y le pegó una patada.
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Cristiano se despidió de su última Eurocopa, sin poder repetir el título conseguido en el 2016 en Francia. No obstante, batió dos récords: se convirtió en el futbolista con más goles en la historia del torneo y, por otro lado, igualó la marca del jugador con más goles jugando para una selección. Michel Platini y Ali Daei, respectivamente.
Dos récords y una polémica
Los logros individuales, sin embargo, no apaciguaron su frustración por la caída de Portugal y su regreso a casa. Tras el gol de Bélgica en el cierre del primer tiempo, en una acción que inició el portero Courtois con una gambeta sobre CR7, el conjunto luso tuvo oportunidades pero no pudo cambiar la historia.
Al final del encuentro, Cristiano fue consolado por Romelu Lukaku y cerró así su temporada futbolística, en la que consiguió un título, la Copa Italia con la Juventus, equipo que negocia su salida en este mercado europeo.
Antes de irse, el portugués dejó otra imagen que se quedará en la memoria de sus aficionados: aquella en la que desechó una botella de Coca-Cola y pidió a los asistentes que tomen agua antes de iniciar su conferencia de prensa.
El gesto provocó que la UEFA urgiera a los jugadores a respetar la presencia de los patrocinadores, luego de que otros elementos también hicieran a un lado botellas de refresco y cerveza. El efecto CR7.
AJ