Un mal golpe arriba del ring fue todo lo que necesitó este boxeador estadunidense no solo para decir adiós a una brillante y exitosa carrera, al terminar ciego y con daño cerebral irreversible que lo tiene postrado hoy en una silla de ruedas y teniendo que ser auxiliado por su esposa e hijos para sobrevivir. Aquí te decimos de quién es esta terrible historia.
Su hermana Lisa, quien lleva 22 años cuidando de él, afirma que “ha sido difícil” pues los gastos médicos de este boxeador estadunidense, ex campeón de peso mediando del Consejo Mundial de Boxeo y con récord de 31 victorias (29 por nocaut), alcanzan 70 mil dólares anuales, que definitivamente no pueden ser cubiertos por el cheque del gobierno.
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Ella perdió su empleo y un matrimonio por estar al lado de su hermano, quien hoy pasa la mayor parte de su tiempo en un sillón reclinable y aunque si bien puede alimentarse por sí mismo, requiere ayuda en todas sus demás funciones por un desafortunado golpe recibido arriba del ring el 25 de febrero de 1995, que le provocó un daño cerebral severo en la que fue su última pelea.
Ciego y con daño cerebral tras un simple tropezón en el ring
Todo ocurrió en la London Arena de Inglaterra y ante más de 10 mil espectadores, que acudieron a ver uno de los combates más brutales de la historia entre el estadunidense Gerald McLelland y el británico Nigel Benn, ante quien disputaba su título mundial de los súpermedianos del CMB.
Pero algo salió muy mal, ya que el réferi francés Alfredo Azaro, quien no entendía nada de inglés y se comunicaba arriba del ring con los púgiles por medio de señas, no supo descifrar las repercusiones de un mal y muy desafortunado golpe que recibió Gerald McLelland en el noveno round y que acabó no solo con su carrera, sino con su vida.
“G-Man” dominaba el encuentro, pero en el noveno giro todo cambió cuando tras intentar conectar un golpe de derecha el británico de 31 años trastabilló y, sin intención, le propinó un cabezazo en el ojo izquierdo a su rival, quien se dirigió a una esquina y se arrodilló unos instantes.
El réferi creyó que el impacto no había sido tan grave y obligó al boxeador de 27 años a levantarse y continuar, pero McClellan no era el mismo: un parpadeo constante y el movimiento de su nariz delataban un posible problema, que quedó en evidencia cuando en el décimo round Benn derribó dos veces al de Illinois, quien culminó inconsciente y siendo trasladado al hospital para ser operado de emergencia.
Un coagulo en el cerebro lo dejó dos semanas en coma y con un daño cerebral irreversible: ciego, con pérdida de memoria a corto plazo, problemas de audición y un futuro en silla de ruedas.
EG