No aprendió a hablar a los cuatro meses, pero esta leyenda del boxeo mexicano sí le cumplió su sueño al Canelo Álvarez cuando era chavito, por lo que aquí te decimos cómo fue aquel día en el que el primer y único campeón unificado mexicano y latinoamericano de todos los tiempos y en cualquier categoría hizo su mayor anhelo toda una realidad.
Tras su exitosa reaparición ante el inglés John Ryder el pasado 6 de mayo en el Estadio Akron luego de más de seis meses de inactividad por una operación en la muñeca, Canelo Álvarez está ya más que listo para ir por la revancha contra el ruso Dmitry Bivol, algo que quizá no hubiera sido posible si esta leyenda del boxeo mexicano no le hubiera cumplido su sueño cuando era apenas un chamaquito.
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Canelo Álvarez, el boxeador mexicano más exitoso a nivel comercial de todos los tiempos, estuvo presente esta semana en el torneo organizado por la leyenda del golf mexicano Lorena Ochoa, donde incluso quizá sin darse cuenta pudo hacer el sueño realidad de varios niños, en quienes pudo sembrar la semilla de convertirse en boxeadores o golfistas profesionales.
Canelo Álvarez cumplió su sueño gracias a esta leyenda del boxeo mexicano
Algo así fue lo que pasó con él cuando, a sus 14 años, asistió a uno de los entrenamientos de Marco Antonio Barrera, a cuyos entrenadores les preguntaron si era posible que pudiera pasar a verlo entrenar, pues El Barreta era su ídolo y estar a su lado era algo que anhelaba con todas sus fuerzas.
“Oye, allá afuera hay un niño güerito y pecosito que quiere ver entrenar a Barrera, ¿le das permiso de que vaya a verlo?”, le dijeron a su entrenador, que cuando fue a consultarle a Marco Antonio recibió como respuesta un: “¡Claro!.. Pues qué puede pasar, ¿no?”, por lo que lo dejaron entrar al gimnasio, se lo presentaron y todo.
Según confesó Marco Antonio Barrera en un video de ‘Un Round Más’, una vez ahí Canelo le indicó que cuando abrió las puertas del gimnasio y le pidieron permiso no podía creer estar en frente de un campeón mundial: “Yo lo sabía, pero ni modo de ir a platicárselo a miles de personas. Pues no. Él solo lo sacó aquella vez, cuando incluso me dijo que si me acordaba que boxeamos, a lo que le dije que no, la verdad no, pero nos debimos haber divertido: ‘Sí, nos dimos tres rounds’”.
EG