Alejandra “La Locomotora” Oliveras murió mientras dormía a los 47 años, tras haber permanecido internada dos semanas en el hospital José María Cullen de Santa Fe. Había sufrido un ACV, y aunque en las últimas horas los médicos informaron que había abierto los ojos y mostraba signos mínimos de mejoría, su cuerpo colgó los guantes de forma permanente. La mujer que siempre desafió al destino, esta vez no pudo ganar la última pelea.
Según el parte médico oficial, la exboxeadora falleció a raíz de una “embolia pulmonar masiva que desencadenó en un paro cardiorrespiratorio refractario”. A pesar de los esfuerzos médicos, no hubo forma de reanimarla. “Lamentablemente, hoy a la tarde la paciente sufrió un shock con una hipoxemia severa”, explicó en conferencia el director del hospital, Bruno Moroni, quien además envió sus condolencias a la familia.
El mundo del boxeo, y el deporte argentino en general, pierde a una verdadera guerrera. Una mujer que no solo se consagró campeona arriba del ring, sino que inspiró desde su historia de vida, su fuerza, su carisma y sus mensajes. Alejandra dejó mucho más que cinturones; dejó enseñanza, coraje y una forma única de encarar la vida.
Récords históricos y una carrera inolvidable
“La Locomotora” Oliveras fue una leyenda viva del boxeo argentino. Ganó seis cinturones mundiales en las organizaciones más importantes del mundo: la WBO, la WBA y el WBC. Su récord profesional fue impresionante: 33 victorias (16 por KO), solo tres derrotas y dos empates. Pero su gran hito fue haber sido la única mujer en ganar títulos mundiales en cuatro categorías diferentes, un logro que le valió el Récord Guinness.
En 2024, fue reconocida con un lugar en el Salón de la Fama del Boxeo Latinoamericano, un premio que coronó una carrera llena de gloria. Sin embargo, su legado va mucho más allá de los números.
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Los orígenes de La Locomotora Oliveras
Alejandra nació en condiciones muy humildes. La pobreza marcó su infancia y adolescencia. No pudo estudiar, ya que la universidad más cercana estaba a 100 kilómetros de su casa. Eso, sumado a situaciones extremas de violencia, forjaron su carácter.
Contó que comenzó a boxear por dos razones: su admiración por Mike Tyson y la necesidad de defenderse. Fue víctima de violencia de género por parte de su primer marido, quien incluso llegó a golpear a su bebé de tan solo 10 días de vida. Fue entonces cuando ella reaccionó con un golpe, con el que dijo haber descubierto su fuerza.
También sufrió maltratos por parte de su tercer novio. Cada cicatriz emocional la fue empujando a pelear, literalmente, por su vida, así como verla de otra manera.
Salud mental, motivación y una vida dedicada a ayudar
Ya retirada del profesionalismo, Oliveras dedicó sus días a entrenar, dar charlas motivacionales, animar eventos y ayudar a los demás. Repetía constantemente la importancia de la salud física y mental. Desde Santa Fe, dirigía un gimnasio donde recibía a chicos sin recursos, les enseñaba boxeo gratis y los motivaba a terminar la escuela. “Si no vas al colegio, no podés entrenar”, les decía. Quería que el boxeo los salvara, como la había salvado a ella.
Nunca dejó de hablar con humor sobre su cuerpo musculoso y cómo eso afectaba su relación con los hombres. Con gracia y picardía, recordaba que “ningún tipo me hablaba por el cuerpo que tenía”, y contaba anécdotas que hacían reír a todos. Pero también, entre esas risas, había una lucha por la aceptación, por sentirse querida siendo ella misma.
La muerte, un tema del que no escapaba
Alejandra no le tenía miedo a la muerte. En una entrevista en “Animales Sueltos”, junto a Alejandro Fantino, fue contundente:
“Yo me puedo morir en cualquier momento, ojalá llegue a los 75 años, ojalá Dios me dé vida”, dijo.
“Si no disfrutás el momento, esto, ahora, ¿cómo vas a pensar en el futuro? Si capaz esta noche te morís… La gente no lo tiene presente. Te podés morir en un rato. Entonces disfrutá el momento. Sentí la piel de gallina cuando alguien te da un mensaje al corazón.”
“La plata no te hace feliz. Podés tener tanta guita que no te sirve para una mier**. No te la ponen en el cajón. Disfrutá el día a día, porque mañana no estás.”
Su mensaje eterno: amor, lucha y autenticidad
“La Locomotora” siempre dejaba frases que tocaban el alma:
“¿A qué le vas a tener miedo? Luchá, dale para adelante. Sé vos…”
“Amá mucho. Hacé amigos. Es un regalo de la vida, disfrutala… vivila.”
Hoy, el mundo te despide con el corazón encogido, Alejandra, pero también con gratitud por tu paso por este mundo. Fuiste una mujer que rompió mandatos, desafió a la vida y dejó una huella imborrable. Nos quedamos con tu ejemplo, tu fuerza, y tu voz potente que nos sigue gritando: ¡luchá, viví, sé vos!
Descansa en paz, campeona.
