La llamada del presidente Ernesto Zedillo llegó después del partido contra Holanda. En el vestidor del Estadio Geoffroy-Guichard, Jesús Arellano, Luis Hernández y Ricardo Peláez se fundían en un abrazo, cuando de pronto un integrante del cuerpo técnico les acercó el teléfono: “Es el presidente”, les dijeron. En la Residencia Oficial de Los Pinos, el pase de México a la siguiente ronda del Mundial de Francia 98 se gritó, se presumió en televisión y fue como un triunfo en las boletas electorales.
Zedillo, un ferviente aficionado del Necaxa, hablaba para extenderles su felicitación por el empate a dos goles. Los holandeses ganaban y tenían el triunfo en la bolsa, pero dos exnecaxistas aparecieron para darles alcance: primero Peláez y luego Hernández. “Estaba contento. El expresidente era muy seguidor del Necaxa y Luis y yo veníamos de ahí. Nos felicitó por el partido, por los goles y la posibilidad del quinto partido”, recuerda Peláez, en entrevista con El Heraldo Deportes.
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México jugó el partido con dos puntos más que Bélgica, el tercer mejor clasificado del grupo, y sin saber su resultado ante Corea del Sur. Un triunfo de los belgas, combinado con una derrota ante los holandeses, dejaba fuera del Mundial al equipo de Manolo Lapuente. Por eso los goles de Peláez y El Matador están en el póster, porque fueron su rescate. Y aparecen siempre que el rival es Holanda, en partidos amistosos o internacionales. Como ahora y como antes.
“Fue el momento más importante de mi carrera: el ir a un Mundial, anotar dos goles, uno contra Holanda, y recibir la llamada del Presidente de la República. Ahí estábamos Luis, 'El Cabrito' y yo. A (Salvador) Carmona, que era un gran lateral por derecha, Manolo le encargó mucho la marca de (Marc) Overmars. Le dijo que lo tenía que borrar. “A ese jugador no lo quiero ver”, le dijo. Y lo borró. Ellos tenían grandes jugadores: Jaap Stam, los hermanos De Boer, Edgar Davids… Y ahí es donde te das cuenta que en una cancha somos 11 contra 11 y nada más”.
Peláez perdió la cuenta de las veces que repitió el video de su gol contra Holanda. Contarlo le sale de memoria: “Nosotros no sabíamos qué pasaba en el Corea-Bélgica. Pensábamos que con cuatro puntos no nos alcanzaba. Perdiendo 2-0, me toca entrar. En un tiro de esquina de Germán Villa, salto y le gano a De Boer. Estaba muy alejado de la portería. No podía darle mucha fuerza al remate, pero sí colocación. Cuauhtémoc va hacia la pelota, el portero duda y ni uno ni otro la toca. La pelota se mete. ¡Gol! 2-1”. El resto es historia.
Con el juego en el minuto 94, Carmona mandó un pelotazo desde la derecha que cruzó el mediocampo. Ahí, encontró a Peláez, que saltó y peinó para Luis Hernández, el héroe del empate ante Edwin Van der Sar. Una jugada con el sello de los Rayos. “La teníamos muy hecha en el Necaxa: el despeje, mi peinada y el pique de Luis a la espalda. Y funcionó”. Aquel fue el primer encuentro entre ambos países en una Copa del Mundo. Después, se acumularon varios capítulos en categorías menores y Brasil 2014.
“Yo soy de los que prefiere perder un partido contra una potencia que ganar 5-0 a un equipo con deficiencias. Prefiero este tipo de partidos. A lo mejor cuesta más el viaje y el ingreso económico no es el mismo, pero prefiero este tipo de compromisos, porque aprendes más, sacas mejores conclusiones tanto de la victoria como de la derrota. Nos falta creer un poquito. En categorías menores lo hemos demostrado, en Juegos Olímpicos. Nos hemos quedado atorados en la misma ronda en los últimos Mundiales, desde el 94”, concluye.
A Peláez, sin embargo, la emoción lo alcanza. Jugó su primer y único Mundial a los 35 años. Hoy, como directivo de Chivas, observa que el futbol se ha vuelto más físico, con menos tiempo y espacio que antes. “Pero no quiero ser de los amargados que dicen que el pasado era mejor. Son épocas. Cada quien tiene su historia”. A él le tocó la de 1998. La de los goles ante Corea y Holanda, que motivaron el llamado de un presidente.
Por Alberto Aceves