El grupo de WhatsApp de la Selección Mexicana explotó de notificaciones en los últimos días de marzo, por la noche, con la confirmación de una emergencia sanitaria. En el mundo, las autoridades de salud informaban los primeros contagios por coronavirus y el cierre de actividades escolares, económicas, deportivas y sociales, como medida de prevención.
Los médicos, primera línea de defensa contra el virus, descartaban por la prensa que el regreso del futbol fuera posible. Y así pasaron los meses: abril, mayo, junio, julio y agosto. Las preguntas y las dudas se acumulaban. En agosto, la Federación Mexicana de Futbol (FMF) confirmaba el primer partido amistoso del año para el Tricolor, en contra de Guatemala, y la implementación de protocolo sanitario para su regreso.
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En el peor momento de la pandemia, el futbol en México volvió casi a los empujones. El primer empujón se lo dio la Liga MX, con su reanudación el 24 de julio. Y el segundo vino ante los guatemaltecos (3-0), después de nueve meses sin actividad de la Selección. Obligado por la situación, el técnico Gerardo Martino tuvo que avanzar hacia un horizonte de certezas. La mayoría de los clubes no tenía apuro, pero la FMF alteró esa paz.
Con el calendario en movimiento, Martino recibió la noticia de que iba a enfrentar a dos siguientes rivales: Holanda (0-1) y Argelia (2-2), en su primera gira por Europa. Lo ideal, decían los médicos, era testear a los jugadores en sus clubes antes de concentrarse con la Selección Mexicana. Así lo indicaba inicialmente el protocolo, y así se dio.
Quedaba entonces una última Fecha FIFA para noviembre, contra Corea del Sur (2-3) y Japón (0-2). Otra vez en Europa, otra vez ganando. La resistencia del futbol contra la pandemia. “Enfrentamos una situación muy difícil y no sabíamos cuántas posibilidades teníamos de poder jugar. Era todo muy anormal, con dificultades para imaginar que el futbol podía reanudarse. Tuvimos la posibilidad de corregir esa situación”, dice ‘El Tata’, en su última conferencia de prensa del año.
La pandemia rigió la vida del mundo desde marzo, pero lo resistió su proceso. Después de caer por única vez ante Argentina (0-4), el Tri acumuló 10 partidos sin derrota (nueve triunfos y un empate) y cerró el 2020 enfrentándose a rivales de primer rango: entre ellos, al campeón de África y a las dos potencias de Asia.
“Este año no tuvimos la posibilidad de demostrar que la prioridad era de la Selección Sub 23, porque no tuvimos giras ni torneos. Pero el año que viene va a suceder. En la primera parte del año, tenemos que resolver la gira de marzo con el Preolímpico y luego, con los Juegos Olímpicos, algunos partidos amistosos y la Copa Oro. La prioridad la va a tener la Sub 23, porque entendemos que es una competencia oficial muy importante”, agrega.
A Martino, que dedicó los primeros meses de la cuarentena a buscar canales de comunicación con sus jugadores, todo pareció sobrepasarlo. Tuvo que administrar las decisiones ajenas. Su máximo aliado en la acumulación de cosas fue el tiempo. El respaldo de la FMF. Y la convicción de un grupo de jugadores que está alineado a su proceso rumbo al Mundial de Qatar 2022.
AAH