Sábado 14 de Septiembre 2024
DIEGO ARMANDO MARADONA

El recuerdo de Maradona en Dorados: "Nos hablaba de Hugo Sánchez y Jorge Campos"

Mario García, el técnico mexicano que acompañó la revolución de Diego en Culiacán, combate la tristeza con los recuerdos de un genio que tenía alma de niño.

Diego Maradona y Mario García comandaron a Dorados a su segunda final consecutiva..Foto: AFPCréditos: Foto: AFP
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Mario García detiene por unos minutos el entrenamiento del Atlante. “Murió Maradona”, le dice un personal del staff. La noticia es un dolor inevitable. El hombre que lo aceptó en su revolución, con los Dorados de Sinaloa, y que una noche lo llamó para pedirle un consejo, no volverá a buscarlo para jugar un partido. “Es una muerte imposible”, dice Mario. Porque nadie podía vencer a Diego. Entiende, sin embargo, que el genio se ha ido, que también era humano y hoy ya no está.

Diego construyó con él y sus jugadores una cercanía con absoluta simpleza. Era ellos, los comunes, peleándose con la realeza los equipos más poderosos de la Liga de Ascenso. Una máquina verbal que solía convertirlo en su mejor intérprete. El técnico que los llevó a dos finales seguidas fue también el primero en enfrentar a sus detractores: árbitros, directivos y rivales. Defendiendo a su equipo como una bandera.

A Mario lo llaman de España, México y Argentina, pero no sabe qué responder. En Culiacán, Maradona las hizo todas, y todas las que se le pusieron en frente las fue esquivando. El mundo de Diego tenía su propia cultura: entrar en él era casi imposible para todos los que no eran amigos, colegas o familiares. Pero Mario entró. Y compartió conversaciones en las que el argentino le hablaba a sus jugadores de Hugo Sánchez, Carlos Hermosillo, Jorge Campos y Cuauhtémoc Blanco, como una especie de reivindicación del futbol mexicano.

Foto: Mexsport

“Eran historias infinitas. Hablaba mucho de los jugadores mexicanos. De Hugo, Hermosillo, Campos y Cuauhtémoc, hacía mucha referencia en ellos. Recordaba torneos de hace más de 30 años. Y era capaz de decirte quién le hizo una falta, cómo pateó la pelota, quién era el portero. Te daba los nombres con una precisión increíble. Ni buscando en el Google uno le atinaba (se ríe)”. Pero, luego, lo alcanza el silencio: “No lo termino de asimilar”.

Una noche, al final de un entrenamiento de Dorados, Diego se acercó a uno de los integrantes del staff para retarlo a tirarse sobre el agua. “El que pierda va por un refresco”, le dijo. Había caído una tormenta en el Estadio Banorte y el desnivel de la cancha provocaba varios charcos en la zona de bancas. De pronto, Maradona tomó carrera y se aventó 20-25 metros sobre el tobogán y provocó que salieran uno de detrás de otro: directivos, empleados, integrantes de su cuerpo técnico. Ese era Diego.

Foto: Mexsport

“Tenía alma de niño. Siempre mantuvo esa chispa de divertirse jugando al futbol, de disfrutar de la vida. Era uno más. Trataba al jardinero de la misma manera que al presidente.  Muchas veces fue golpeado como entrenador. Lo analizaban muy duramente y, sin embargo, su gestión era menos táctica y más hacia el jugador. Lo atacaban como si existieran muchos entrenadores que fueran obsesionados de la táctica. Y eso es mentira. A todos nos hizo mejores”.

El entrenamiento del Atlante termina con Mario al teléfono. “Fue complicado seguir, pero terminó fluyendo con lo que habíamos preparado”, dice, mientras millones lloran al genio en los rincones del mundo. Con Dorados, su historia y la de Diego quedaron documentadas en una serie de Netflix.  Y con ese recuerdo se queda, para llorarlo también.

Por Alberto Aceves