La espera de 316 días quedó reducida en cinco minutos, con el gol de Henry Martín. Después, la Selección Mexicana resolvió el partido contra Guatemala con seriedad y el motor a media marcha (3-0). Desde su último compromiso oficial, el 19 de septiembre de 2019 -en la Liga de Naciones de Concacaf-, el Tricolor no volvió a ganar ni a celebrar goles en un estadio. Como hoy, en un Azteca vacío por la contingencia sanitaria.
La primera llegada del equipo mexicano fue también el primer festejo: Sebastián Córdova corrió por la izquierda, buscó el espacio para la entrada de Martín y éste, que leyó de memoria sus movimientos, cruzó la pelota para vencer al portero Ricardo Jerez. El binomio americanista, hoy vestido de tricolor (5’).
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Guatemala no se encontró ni antes ni después del 1-0. Cuando intentó levantarse, Uriel Antuna atacó la banda derecha, Henry le sirvió como anzuelo y, en tierra de nadie, Orbelín Pineda recibió el pase con un remate de derecha, a contrapié de Jerez (27’). Dos llegadas, dos goles. La noche fue eso para el Tri: practicidad, eficacia y dominio.
El tercero volvió a mostrar esa idea colectiva que persigue Gerardo Martíno como técnico de la Selección. Ahora, por izquierda: Córdova pasó a Jesús Gallardo, Gallardo a Córdova y éste, como suele hacerlo en el América, le pegó de zurda y consiguió el gol (35’). Rendido, el equipo guatemalteco prefirió cerrar los caminos de una goleada y renunció al ataque como al juego.
Martino, entonces, empezó a mover las piezas del ajedrez. Entraron seis, salieron seis, pero la velocidad y el vértigo no volvió a ser el mismo. Eso a Guatemala le vino bien, porque, de ser un equipo indefenso, mejoró su autoestima en los minutos finales.
El 3-0 terminó con 10 meses y 11 días de espera para la Selección Mexicana. Fue también el sexto triunfo consecutivo de Gerardo Martino con el Tricolor, tras aquella derrota ante Argentina (4-0), en San Antonio Texas, la única de su ciclo. Ahora, casi sin tiempo, El Tata volará a Europa con su equipo para los partidos amistosos ante Holanda y Argelia. La costumbre de ganar sigue ahí, pero con claroscuros. Y no de tiempo completo.
Por Alberto Aceves