México tuvo la oportunidad de avasallar a El Salvador, de hacerle pagar sus artimañas y hostilidades desde su llegada al Estadio Cuscatlán, y se conformó con ganarle 0 a 2. El cierre de la segunda fecha de las eliminatorias mundialistas de la Concacaf le ofreció un escenario favorable al Tricolor ante un rival débil y pequeño en el juego, pero bravo y desafiante fuera de él.
El gol de Héctor Moreno (30'), un cabezazo bien colocado al poste más lejano del portero en un tiro de esquina, descomprimió la presión de las horas previas que cargaban los jugadores mexicanos y enmudeció un inmueble que se presumía asfixiante y que, sin embargo, pareció vivir una ceremonia fúnebre.
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Los tres puntos confirmaron al Tricolor en el liderato del octagonal final, pero también costaron bajas para el futuro: la de Alexis Vega, delantero de las Chivas de Guadalajara, por lesión; y la del zaguero del Celta de Vigo, Néstor Araujo, por una tarjeta roja sin sentido y sobre todo evitable, después de que los salvadoreños se quedaran con 10 hombres.
La expulsión de Mario Jacobo pareció presagiar una goleada de escándalo, con un Tricolor superior y sin resistencia en el campo. Pero entonces vino su peor versión, una imagen que se ha repetido en sus últimos partidos oficiales: ataques desorientados, errores de concentración, poca profundidad entre líneas y un bajo nivel de juego.
Aún así, en el cierre del partido, una barrida dentro del área sobre Raúl Jiménez permitió que el marcador fuera más decoroso para el dominio que había mantenido México desde el primer minuto.
Allá fue Jiménez, tomando la pelota y encargándose del tiro desde los once pasos, para el 0-2 definitivo con el que volvió a celebrar y gritar después de varios meses de ausencia (90'). Las hostilidades siguieron en el Cuscatlán, a pesar de la derrota salvadoreña: bolsas de agua, refrescos y algunos objetos cayeron al campo, buscando impactar con los futbolistas mexicanos.
Para fortuna de Martino y los suyos, nada pudo quitarle los tres puntos. Una renta suficiente para volver tranquilo a casa por los números, aunque con la deuda de mejorar su nivel futbolístico.
AJ