El Real Madrid jugó con fuego. Luego de ganar 3-1 en casa, en la ida de los cuartos de final de la Champions League, los merengues defendieron el resultado global y apelaron a su mejor posición en la fase de grupos, para avanzar a la siguiente ronda sobre el Liverpool, que estuvo a punto de ponerlos en jaque.
Sin goles, y con pocas opciones concretas de ponerse adelante en el partido, los dirigidos por Zinedine Zidane parecieron conformes con el desenlace de la noche, más allá de pasar contratiempos ante un equipo que buscó de todas las maneras posibles acercarse en la eliminatoria y complicar el pase de los merengues.
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Mohamed Salah, el rostro visible del ataque de los Reds, no pudo marcar diferencia pese a que su equipo trató de ofrecerle opciones dentro del área. En una de las más claras, el portero Thibaut Courtois sacó con el pie una pelota que buscaba meterse por uno de los postes de su arco.
Consciente del peligro que implicaban los últimos minutos, Zidane renunció al ataque y apostó por el manejo del partido. Para ello, sumó futbolistas en la mitad de la cancha y cerró los circuitos del Liverpool, que, a pesar de ir abajo en la serie de cuartos de final, defendió su estilo y siguió insistiendo hasta que le dio la energía.
Fue tal el agobio del equipo de Jürgen Klopp que el Madrid acumuló varios minutos sin rebasar la media cancha. A la desesperada y sin tiempo para una maniobra, Klopp envió al campo a sus jugadores más peligrosos en el ataque, pero no encontró respuestas suficientes para seguir con vida en la Champions.
Ahora, en semifinales, el Madrid enfrentará al Chelsea y estará a un paso de una nueva final del máximo torneo de clubes en Europa.
AJ