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Andriy Shevchenko: de sobrevivir a Chernóbil a convertirse en Balón de Oro y leyenda del fútbol

De niño en medio del caos, el ucraniano transformó adversidad en grandeza, dejando huella en el fútbol y en la historia de su país

Andriy Shevchenko: de sobrevivir a Chernóbil a convertirse en Balón de Oro y leyenda del fútbol
Andriy Shevchenko, de huir de su país a ser leyenda del fútbol Foto: IG: @andriyshevchenko

Andriy Shevchenko nació en 1976 en Dvirkivshchyna, una pequeña localidad a 265 km de Chernóbil. Desde niño sintió el llamado del fútbol, jugando por todas partes, soñando crecer con una pelota en los pies. A los 10 años hizo realidad ese sueño al entrar en la academia del Dynamo Kiev, un paso que marcaría el inicio de una carrera extraordinaria.

Pero la vida le jugó una carta inesperada: el desastre de Chernóbil en 1986 cambió para siempre su infancia. "Todo me parecía normal. Yo tenía 10 años. Me divertí como un loco jugando al fútbol en todas partes… Luego explotó el reactor 4 y nos llevaron a todos… Viví esa experiencia como un viaje." Esa evacuación masiva, los kilómetros lejos de casa, las incertidumbres, no rompieron su espíritu, sino que lo templaron.

Con esa mezcla de pasión, resiliencia y sacrificio, Shevchenko emergió como jugador. Debutó en 1992 con el Dynamo Kiev, mostró su peligrosidad frente al arco, y en 1999 dio el salto al AC Milan. Fue ahí donde su leyenda se consolidó: goles decisivos, títulos, y finalmente la gloria individual que pocos alcanzan.

La historia de Andriy Shevchenko. Foto: IG @seriea

La infancia de Andriy Shevchenko

Shevchenko creció en una época convulsionada. Su infancia quedó marcada por el accidente nuclear de Chernóbil, que lo obligó a abandonar su hogar y todo lo que conocía.

“Me llevaron a la academia del Dinamo Kiev. Sentí que estaba empezando a vivir un sueño. Luego explotó el reactor 4 y nos llevaron a todos. Cerraron las escuelas de inmediato. Llegaron autobuses de toda la URSS. Cargaron a jóvenes de entre 6 y 15 años y se los llevaron. Me encontré solo en el mar de Azov, en el Mar Negro, a 1.500 km de casa.”, contó en su auto-relato.

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A pesar del miedo y la incertidumbre, él lo vivió con la mirada inocente de un niño: “Todavía hoy no siento angustia. Me sentí como en una película. Viví esa experiencia como un viaje.” Sin embargo, el impacto de aquel episodio dejó cicatrices en su entorno.

Andriy Shevchenko con el Dynamo Kiev. Foto: IG @andriyshevchenko

“¿Mis amigos? Están todos muertos, no por la radiación, sino por el alcohol, las drogas, las armas. Las grietas en el muro de la URSS eran cada vez más evidentes. Todo se derrumbaba. El mundo donde nacimos se derrumbaba. Mis amigos, como toda mi gente, dejaron de creer en nada y se perdieron.”

El fútbol se transformó en su refugio, en la vía que lo salvó de ese destino incierto. Mientras su entorno se desmoronaba, este encontró en el balón una razón para seguir adelante, convirtiendo la tragedia en el combustible que lo impulsó hacia la grandeza.

Andriy Shevchenko con el Balón de Oro. Foto: IG @andriyshevchenko

Travesía futbolística

En el Milan, Shevchenko anotó más de 170 goles, y se convirtió en el segundo máximo goleador de la historia del club, solo superado por Gunnar Nordahl. Gestionó títulos de Serie A, la Champions League y la Supercopa italiana. En 2004, su temporada fue inolvidable: top scorer de la Serie A (24 goles), campeón de Italia con el cuadro Rossonero, reconocimiento al mejor jugador europeo, y Balón de Oro.

Con la selección de Ucrania también dejó huella: es el goleador histórico del país con 48 tantos, el segundo jugador con más apariciones (111), y capitán de una generación que logró llevar a Ucrania a instancias que antes parecían lejanas.

Andriy Shevchenko con el AC Milan y la Champions League. Foto: IG @andriyshevchenko

Más allá del terreno de juego

Tras colgar los botines, siguió ligado al fútbol como entrenador de la selección ucraniana, y más recientemente como presidente de la Federación de Fútbol de Ucrania (UAF), cargo que asumió en enero de 2024 con unanimidad. Ha declarado que en estos tiempos difíciles “una gran y responsable tarea” lo acompaña: desarrollar el fútbol ucraniano pese a los retos que vive su país.

Uno de sus hitos individuales más memorables quedó inscrito en los libros: en diciembre de 2004, se convirtió en el tercer ucraniano en ganar el Balón de Oro, superando a Deco, Ronaldinho y Thierry Henry. Además de ese premio, ha recibido múltiples honores nacionales: títulos deportivos, reconocimientos civiles como el de “Hero of Ukraine”, y distinciones patrias que reflejan no solo su calidad como jugador, sino su papel simbólico como ejemplo de resistencia y orgullo para su nación.

 

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