Escapó de Guinea, cruzó 10 países, sobrevivió al Tapón del Darién y encontró en México su segundo hogar. Hoy, este joven que alguna vez pensó que nunca volvería a sonreír, persigue su sueño en las canchas de Necaxa, con la misma pasión con la que alguna vez pateó un balón en las paredes de su casa para olvidar el miedo.
Hablamos de Ibrahime Sylla, quien dejó todo atrás a la corta edad de 17 años. Su historia no es solo de fútbol, es de supervivencia, fe y segundas oportunidades. Atrás quedaron los días en que tenía que entrenar solo para no exponerse a la violencia de su país.
Ahora, en Aguascalientes, cada entrenamiento con los “Rayos” es una celebración de vida, una promesa a su madre, a su familia y a sí mismo de que ningún obstáculo sería lo suficientemente grande para apagar su sueño.
Su sonrisa es su bandera. En Necaxa ya lo conocen como "el hombre más feliz del mundo", porque a pesar de todo lo vivido, no pierde la chispa ni el buen humor. Hoy trabaja para solventar sus gastos, estudia la preparatoria y entrena todos los días con la Sub-23, soñando con su debut profesional y con el día en que su mamá pueda verlo jugar desde las gradas del Estadio Victoria.
La dura travesía de Ibrahime: cruzar el Tapón del Darién para renacer
La salida de Ibrahime no fue sencilla. Desde que un enfrentamiento en su barrio cambió su vida para siempre, tuvo que tomar una decisión de vida o muerte. Armado con una mochila llena de ropa y documentos, emprendió un viaje lleno de riesgos. El paso por el Tapón del Darién, una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo, casi le cuesta la vida. Ver niños abandonados, cargar maletas ajenas, escalar montañas con el cuerpo al límite… lo vivió todo, pero jamás soltó su fe.
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Mientras miles de migrantes buscaban llegar a Estados Unidos, él encontró en México el lugar donde quería empezar de nuevo. Desde su llegada a Tapachula, su objetivo fue claro: construir una vida digna.
Apoyado por la ACNUR, pasó por Mexicali, Tijuana y finalmente se estableció en Aguascalientes. Aquí no solo encontró estabilidad, también encontró una nueva familia en "Los Electricistas" y una cultura que ya siente como suya.
El fútbol, la gran pasión que nunca abandonó
Aunque las puertas no siempre estuvieron abiertas, incluso fue rechazado en Xolos de Tijuana, Ibrahime nunca dejó de insistir. Una prueba con Necaxa le cambió la vida: en solo una hora convenció a los entrenadores de que tenía lo necesario para luchar por un lugar en el fútbol profesional. Fuerte, rápido y con una mentalidad a prueba de todo, hoy entrena a diario esperando que pronto pueda registrarse oficialmente en la Liga MX y debutar en el máximo circuito.
Pero el sueño de él no termina en el balompié. Mientras trabaja como capturista para solventar su vida en el país, estudia la preparatoria y planea una carrera en ciberseguridad o desarrollo de videojuegos. Incluso, está trabajando en su propio videojuego basado en las escondidas, inspirado en su amor por la tecnología y la creatividad que siempre lo ha acompañado.
