Hay momentos en los que el fútbol trasciende cualquier cancha. El Mundial de 2002 fue uno de esos. Por primera vez, Asia se convirtió en el epicentro del planeta fútbol, y Corea del Sur escribió una historia que aún hoy eriza la piel. No era favorito, ni tenía figuras globales, pero tenía algo mucho más poderoso: un pueblo entero empujando cada pelota.
Ese torneo no solo rompió esquemas porque se jugó en dos países (Corea del Sur y Japón), sino porque una de las selecciones anfitrionas hizo lo impensado. Contra todo pronóstico, la selección surcoreana se metió en las semifinales, dejando en el camino a gigantes como Italia y España. Lo que pasó en las calles de ese país fue una fiesta sin precedentes: millones con camisetas rojas, plazas colmadas, y un país entero que se paralizaba con cada partido. Literalmente: el presidente decretaba feriados para que todos pudieran ver jugar a la selección.
Los “Tigres de Asia” no ganaron ese Mundial, pero sí ganaron algo mucho más profundo: el respeto del mundo entero y un lugar eterno en la memoria colectiva del fútbol. Porque cuando el pitazo final terminó su sueño, nadie lloraba por la derrota; lloraban por lo vivido.
El equipo que rompió las reglas del juego
Con Guus Hiddink como técnico, Corea del Sur construyó un equipo disciplinado. Le ganó 2-0 a Polonia, empató con Estados Unidos, y derrotó 1-0 a Portugal para avanzar a octavos como líder del grupo. Pero lo mejor estaba por venir. En octavos de final, venció a Italia con un gol en el alargue que desató la locura. En cuartos, eliminó a España por penales. La semifinal ante Alemania fue el final del cuento, pero nadie olvidaría ya ese equipo.
La pasión fue tan desbordante que el gobierno declaró feriados nacionales cada vez que jugaba la selección. Hasta los jefes salían de las oficinas para ver los partidos en pantallas gigantes. Las camisetas rojas, conocidas como “Red Devils”, invadieron todo el país. Fue una revolución emocional: desde abuelos hasta pequeños, todos creyeron que lo imposible podía pasar. Y por unos días, pasó.
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Final del Mundial 2002: Brasil venció a Alemania y conquistó su quinto título mundial
La final del Mundial de Corea-Japón 2002 se disputó el 30 de junio en el Estadio Internacional de Yokohama, Japón. Fue un duelo histórico: Brasil vs Alemania, dos potencias que, sorprendentemente, nunca se habían enfrentado en una Copa del Mundo. El encuentro terminó 2-0 a favor de la “Canarinha”, que se consagró campeona del mundo por quinta vez, siendo hasta hoy el país más ganador de la historia de los mundiales.
El protagonista absoluto fue Ronaldo Nazário, que marcó los dos goles del partido (a los 67' y a los 79') y se consagró como máximo goleador del torneo con ocho tantos. Aquella final fue, además, su consagración personal tras haber superado múltiples lesiones. A su lado brillaron figuras como Rivaldo, Ronaldinho, Cafú y Roberto Carlos, todos dirigidos por Luiz Felipe Scolari.
Alemania, que venía de eliminar a Corea del Sur en semifinales, tuvo en Oliver Kahn a su gran figura durante el torneo. Sin embargo, un error suyo en el primer gol de Ronaldo fue clave para el resultado final. Pese a la derrota, los germanos volvieron a una final después de 12 años, y sentaron las bases para su futura consagración en 2014.
