Las buenas noticias las trajo el sol desde el otro lado del mundo. Lo que sucedió durante aquella madrugada mexicana, en la ciudad australiana de Sydney, animó la vida de quienes se apropiaron de la alegría que surgió de la fuerza de Soraya Jiménez, ese 18 de septiembre de 2000, un día lleno de lecciones dadas por la oriunda de Naucalpan, Estado de México.
Fue la primera medalla de oro para México desde el que se colgaron Raúl González y Ernesto Canto en Los Ángeles 1984. Pero Soraya inauguró un rubro: fue la primera mujer en ganar una presea dorada en toda la historia de los Juegos Olímpicos. La espera valió la pena.
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Esa mañana de septiembre, las televisiones no paraban de repetir las imágenes de la proeza de la pesista mexiquense, que levantó casi cuatro veces su propio peso para entonar el himno nacional mexicano en una tierra lejana, 16 años después.
Ni la tiradora Pilar Roldán en florete (plata), ni la nadadora María Teresa Ramírez (bronce) consiguieron en México ‘68 llegar a lo más alto. Soraya lo hizo y puso en alto el nombre, no sólo del país, sino de las deportistas mexicanas, que desde entonces figuraron con mayor frecuencia en los podios olímpicos y de otros escenarios deportivos importantes.
Cuatro mujeres mexicanas también sumaron medallas previamente en deportes de exhibición: Mónica Torres, bronce en taekwondo en Seúl ‘88 y Barcelona ’92; Rosa Flores y Miriam Muñoz en frontenis, en Barcelona.
El entonces presidente electo, Vicente Fox dedicó unas palabras a la atleta vía telefónica: “En deporte y en JJ. OO. entramos al siglo XXI con el pie derecho con este triunfo tuyo”, dijo el político, quien después diera a Soraya un premio de 50 mil dólares y una beca vitalicia por 500 dólares mensuales. “Ha sido maravilloso, ojalá vengan más, pero tú ya nos regresas la confianza en nosotros mismos, nos haces sentir que sí se puede, que podemos triunfar y esta es la mentalidad que queremos y necesitamos aquí todos los mexicanos”.
Y así fue. A partir de entonces, como si algo hubiera descongestionado la historia de la participación femenina en los deportes, cayeron poco a poco más medallas para las atletas mexicanas en las siguientes ediciones de Juegos Olímpicos.
En los podios de disciplinas oficiales recibieron preseas figuras como Ana Guevara, Bélem Guerrero, María del Rosario Espinosa, Paola Espinosa y Tatiana Órtiz; Aída Román, Paola Espinosa y Alejandra Orozco; Mariana Avitia, Laura Sánchez, Guadalupe González y Mercedes Acosta, hasta el momento.
Fue la potencia de Soraya Jiménez la que destrabó los resultados y cambió el curso de los días en México. Cargó con los prejuicios de generaciones pasadas y los azotó contra el suelo antes de saltar de emoción. Aunque el final de sus días fuese inesperado, para los deportistas que vieron una y otra vez por televisión los festejos por su oro olímpico, desde esa madrugada de septiembre del 2000, los despertares no volvieron a ser los mismos.