Más rápido, más alto, más fuerte son preceptos olímpicos que han comenzado a dejar de tener vigencia, pues ahora ganar un título olímpico al parecer depende más de la tecnología en el deporte que del esfuerzo de los atletas en sí.
En Tokio 2020 ya se abrió la controversia, pues el uso de unos “súper zapatos” en las pruebas de atletismo ha causado polémica, sobre todo luego de que el mismísimo velocista Usain Bolt alertara de esta nueva tecnología en las pruebas de velocidad.
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Zapatos en la mira
Karsten Warholm abrió el debate al usar un calzado especial en la final de los 400 metros con vallas, prueba en la que tanto el primer y segundo lugares batieron el récord mundial.
El noruego hizo tiempo de apenas 45.94 segundos, convirtiéndose así en el primer hombre en bajar de los 46 segundos. El estadunidense Rai Benjamin culminó con 46.17, batiendo también la marca mundial de 46.78 establecida por el estadunidense Kevin Young en Barcelona 92.
En Oslo, hace apenas algunos meses, Warholm superó ese récord con 46.70 segundos y esta semana rompió su propia marca y llegó a los 45.94.
Ciencia pura
El brasileño Alison Dos Santos se quedó con el bronce con 46.72 segundos y entonces la pregunta que surgió fue cómo un récord que llevaba casi 30 años de vigencia fue roto al menos cuatro veces en el último año.
Fácil: La tecnología en los zapatos Nike Air Zoom Maxfly, aprobados por World Athletics pero que cuentan con una placa de fibra de carbono combinadas con una espuma especial y superreactiva conocida como ZoomX, capaz de ofrecer un retorno de energía del 85 por ciento en cada pisada, lo que genera sensación de propulsión.
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