El brillo de su máscara deslumbró por última vez sobre un cuadrilátero hace 38 años. El Santo, ícono de la Lucha Libre Mexicana, se retiró el 12 de septiembre de 1982, en una función que lució un lleno total alrededor de un cuadrilátero lleno de figuras.
Antes de ese día hubo dos despedidas. Fue una gira del adiós que culminó en el Toreo Cuatro Caminos, ahora desaparecido. Primero se organizaron dos funciones que armó Don Francisco Flores con su empresa Promociones Mora: la primera se organizó en el Palacio de los Deportes; la otra en la Arena México. Pero el punto final lo puso en el mencionado y extinto escenario que lució una de sus mejores tardes.
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Después de una serie de reconocimientos por parte de autoridades, aficionados, admiradores y de que su hijo le pusiera un cinturón conmemorativo, El Santo dirigió sus últimas palabras como luchador profesional, para darle gracias al público que se le entregó en todo momento.
Después empezó la lucha: El Santo hizo dupla junto a su gran “Pareja Atómica”, Gori Guerrero, y junto a ellos, en ese bando, estuvieron Huracán Ramírez y El Solitario; en la esquina contraria lucieron El Perro Aguayo y los Misioneros de la Muerte: Texano, Negro Navarro y El Signo.
El HIjo del Santo, publicó en sus redes sociales, el video de aquel día en el que su padre dijo adiós a la Lucha Libre profesional.
La pelea fue más que la emoción de ver a grandes exponentes de la Lucha Libre mexicana, sino la última ocasión que la leyenda se liaba a golpes entre las cuerdas, sobre el ring. Hace 38 años, la máscara de El Santo no brilló más en el cuadrilátero, pero sí en la memoria de quienes lo vieron luchar y de nuevas generaciones que repasan su historia, como uno de los más grandes gladiadores de la historia.
FDR