Después de aterrizar en un país desconocido para perseguir el sueño de la lucha libre, hubo que ganarse el pan. Stephanie Vaquer pintó zapatos, vendió playeras, y fue mesera de las figuras de la Arena México, con quienes pasado el tiempo compartió el estrellato.
La aventura inició en su natal Chile con un amargo episodio, pues quien dijo ser su maestro resultó ser un farsante en el deporte de los costalazos.
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Su tierra, que dio al mundo mujeres ilustres como la artista Violeta Parra o la escritora Gabriela Mistral, no era el lugar idóneo para crecer como luchadora.
Así llegó a México, con tan sólo 20 años, para buscar aprender sobre llaves y lances; sin embargo, el presupuesto que tenía para seis meses se agotó en tres. Su primer trabajo lo consiguió en Veracruz, pintando zapatos, para luego dedicarse a vender playeras.
Después llegó a la capital, en donde fue mesera para un restaurante de comida corrida, situado a unas cuadras de la Arena México. Ahí les tomaba la orden a los ídolos del Consejo Mundial de Lucha Libre, cuando ella apenas hacía sus pininos.
“En ese tiempo estaban La Sombra y Dragon Lee, y yo les servía la comida. Fue un momento complicado porque muchas cosas me desanimaron, no sabía si iba a seguir en la lucha, pero los veía llegar y eran un ejemplo para mí”, recuerda la primera sudamericana del CMLL.
“Creo me veían raro porque en aquel entonces traía un tipo yeso porque me había fracturado el rostro”, dice la gladiadora, quien también confiesa tuvo que acostumbrarse a la gastronomía mexicana. “Me obligaron a comer chile. Me decían que no picaba y sí picaba”, bromea.
Stephanie Vaquer sólo contempló una estadía de seis meses en México, pero este periodo se prolongó aún después de ser amedrentada en una arena del Estado de México, cuando formaba parte del circuito independiente, al que describe como “un lugar sin ley”.
Era 2016 y la Selección Mexicana cayó con un histórico 7-0 ante Chile en la Copa América. Ella reconoce que no es aficionada al futbol, pero para entrar a tono salió al ring con una bandera de su país y el 7-0 pintado con un plumón permanente.
“La gente no estaba contenta, era una herida muy reciente. Tuve que salir de la Arena Azteca Budokan por la parte de atrás y corriendo porque las personas estaban muy enojadas. Esa bandera después la lavé, pero el 7-0 no se quitó”, cuenta la guerrera andina para el Heraldo Deportes.
Al mirar al pasado, ve que los esfuerzos valieron la pena. Tiene más de un año como amazona del CMLL, pero acepta que el camino no deja de ser sencillo. Porque además de los esfuerzos por abrirse paso en este deporte-espectáculo, está la lucha constante para que las mujeres tengan mejores espacios.
“Fui a clases de luchadores y hacen mucha diferencia con la mujer. Ponían un ejercicio, todos los hombres lo hacían igual y a mí me decían: ‘no te preocupes, sino puedes hacerlo no pasa nada’. El poder demostrarle a tu profesor que sí puedes hacerlo, al igual que cualquiera, es algo muy difícil”, menciona.
A Stephanie Vaquer le encanta el bando rudo, le gusta la música metal y asegura que quiere quedarse en México por mucho tiempo.
Aquí puedes ver la entrevista completa a Stephanie Vaquer
Por Alexis Hernández y Moisés Rosas