Martes 24 de Septiembre 2024
LUCHA LIBRE

FUERA DEL RING: Entre telas e hilos, la vida de Euforia como mascarero enmascarado

La historia de este guerrero ocurre entre el cuadrilátero y el taller de costura, las dos pasiones de sus padres. Y llega a la Arena México, donde pronto se convirtió en estrella.

Créditos: Foto: Daniel Ojeda
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Su primera máscara la hizo en la penumbra, acompañado sólo por la luz de una lámpara. Tuvo que hacerlo a escondidas mientras su papá descansaba, no fuera ser que lo descubriera y pensara mal de sus preferencias sexuales.

Sólo a altas horas de la noche, cuando todos dormían, Euforia encontró la privacidad para poner en práctica los conocimientos que le heredó su mamá, modista y costurera por vocación, y quien le enseñó a zurcir sus primeros trozos de tela.

Aprendió a la par que comenzó su carrera como luchador, mucho antes de ser estrella del Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL). Pero más allá de las arenas, lo movió la inquietud por lucir equipamientos y diseños diferentes.

“De donde vengo había dos mascareros. Uno era muy pero muy caro, 800 pesos de ese tiempo nos costaba una pieza, cuando a nosotros nos pagaban 20 pesos o, a veces, ni nos pagaban; y había otro que era trocho, malhecho, entonces teníamos que mandarlas a hacer con el bueno y era muy caro”, recuerda.

Cuando debutó en los cuadriláteros, allá en su natal Torreón, Coahuila, usó una tapa de su padre El Soberano. Este trozo de tela tuvo que recibir cortes y ajustes por parte de su mamá, porque no lo quedaba.

Foto: Daniel Ojeda

Ella tenía experiencia en chamarras de cuero, vestidos de novia y demás ropa que confeccionaba en el taller que tenía en su casa. Junto a su hijo aprendió a sacar los moldes y las medidas para elaborar este accesorio icónico de la lucha libre mexicana.

Euforia tomó aguja e hilo y comenzó a unir trozos de tela. Dice que echó a perder y aprendió después de un tiempo. Esta aventura la inició como un secreto, sólo entre él y su mamá.

“Cuando empecé lo hacía de noche y escondido. Mi padre era de la escuela vieja, no precisamente de la lucha libre, sino de una familia que lo había educado de un modo recio, yo decía ‘me va a ver coser y va a pensar que soy de aquellos vatos que aún no salen del closet’. Tenía miedo que me descubriera”, confiesa el enmascarado,  sentado en las butacas de la Arena México con El Heraldo Deportes.

Pero el día llegó. Después de terminar su primera creación, con algunas costuras chuecas y varios detalles por pulir, decidió mostrarle el resultado a su papá. El Soberano admiró el trabajo, dijo que estaba un poco mal hecho, pero era bueno.

“¿Quién la hizo?”, le preguntó. “Yo la hice”, le contestó Euforia.

Así comenzó abiertamente con su nuevo oficio. Colocó su máquina de coser cerca de la luz del día, y ya no estaba aprendiendo bajo la oscuridad de la madrugada.

Foto: Daniel Ojeda

Fue hasta que se mudó a la Ciudad de México cuando comenzó a considerarse un mascarero profesional. Se llevó su máquina de coser al cuarto que rentaba con Misterioso Jr., y en ese lugar continuó formando caminos de hilos y haciendo embonar trozos de tela.

Su ocupación tomó tal prestigio que llegó hasta La Tierra del Sol Naciente. Ya había dejado el nombre de El Soberano que portó su padre y ahora se llamaba Euforia. Un comprador japonés, de nombre Noboru, le dijo que su trabajo era bueno, y le recomendó hacer sus máscaras junto a Soberano.

Euforia le respondió “es que él es muy carero”. Después se puso el modelo que anteriormente usaba como tapa, a lo que el nipón, sorprendido, reaccionó: “¡ah, tú eres Soberano!”.

Hoy asegura que uno de sus productos es de lo mejor pagado en Japón. Cuenta que la máscara es un elemento distintivo de la cultura mexicana, la cual rastrea sus orígenes en los accesorios que usaban en sus cabezas los guerreros jaguar y águila para intimidar a sus rivales.

Ante la emergencia sanitaria por la pandemia de coronavirus, que paró las funciones en todo el país, el gladiador lagunero agradece a los aficionados que compran los artículos que ofrecen los luchadores para así salir adelante.

“Nos ha ayudado muchísimo para sobrevivir en este momento”, explica.

No peca de falsa humildad al afirmar que es un mil usos. Puede ser plomero, albañil, electricista, costurero o mascarero, pero su mejor trabajo es ser estrella del CMLL. 

Por J. Alexis Hernández y Moisés Rosas

AAH