El 16 de noviembre de 2013 ocurrió una tragedia, cuando Travieso Arce se enfrentó a un boxeador colombiano al que derrotó por nocaut tras una andanada de golpes que llevó al réferi a parar la pelea y a su rival a terminar con la mirada perdida, ido totalmente, para finalmente terminar en coma.
Al abrir nuevamente los ojos, ya no era el mismo hombre. Los golpes del Travieso Arce a la parte izquierda de su cabeza dejaron marcas imborrables que tienen al pugilista cafetalero casi en estado vegetativo, sin hablar, sin caminar y saliendo adelante gracias a la ayuda de su madre y de su padre, así como del mismísimo Jorge, quien sigue apoyándolo desde el día de la pelea.
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A pesar de que ya han pasado casi nueve años, Travieso Arce acaba de donar cerca de 500 dólares para que el ex boxeador bolivarense pudiera recibir su tratamiento inicial y algunas terapias que le ayudaran a recuperarse lo más pronto posible, pues desde la golpiza que le dio el sinaloense se comprometió a apoyarlo mensualmente con lo que pudiera.
“Buenas tardes, mi raza. Acabo de hacerle un depósito al papá a Colombia, cada mes trataré de seguir haciéndolo. Muchas gracias a todos los que han comprado mi libro, que Dios los bendiga. Hoy por él, mañana por nosotros”, escribió el el cinco veces campeón mundial en su Twitter en 2019.
Así luce el boxeador al que Travieso Arce le arruinó la carrera
En San Bernardo de Asís, la mamá y el papá de José Carmona se esmeran en atender a su hijo, al que el gobierno y las autoridades deportivas de Colombia han abandonado.
Su papá Elimene Carmona recuerda que aquel 16 de noviembre de 2013 no tenían noticias de su hijo, hasta que un compañero de él les dijo lo que había pasado, que estaba en coma: “Fue una noticia lamentable porque no esperábamos eso. Fue una tristeza grande. José no recuerda lo que le pasó. Cuando lo trajeron aquí a Colombia el internista nos dijo que ya no iba a caminar más, que ya no iba a hablar”, indicó.
La recuperación de José Carmona ha sido lenta, pero cada día con mejoría. No camina solo, sino con ayuda para ir al baño, la sala, a dormir, a donde sea, aunque a su papá no le gusta ponerle la silla de ruedas porque piensa que se me puede poner flojo, lento.
“Mi hijo duró dos años y cuatro meses en Boca Grande, en un hostal, y yo nunca vi a nadie. Totalmente lo olvidaron, pero sí hay muchísimas personas que nos llaman y nos dan aliento o ayudan”, afirmó.
Justina Núñez, mamá del boxeador, afirma del Travieso Arce: “Él está muy atento y cuando se acuerda, nos ayuda. Le manda dinero, lo que tenga disponible. Gracias a Dios y a él no estamos pasando mucho trabajo porque siempre nos ha extendido su mano. Yo espero que Dios lo vea y lo bendiga siempre para que tenga esa mano extendida para José”.
EG