En enero de 1985, Diego Armando Maradona protagonizó una de las historias más recordadas fuera de las grandes canchas del mundo. Apenas unos meses después de llegar al Napoli, el astro argentino viajó a Acerra, una localidad cercana a Nápoles, para disputar un partido benéfico a favor de un niño gravemente enfermo. Lo hizo en contra de las órdenes del presidente del club, Corrado Ferlaino, quien temía que su flamante fichaje de 8 millones de dólares sufriera una lesión.
El evento fue impulsado por Pietro Puzone, compañero del astro argentino en el club italiano y oriundo de Acerra. Al conocer el caso de un vecino, cuyo hijo necesitaba una costosa operación en Francia, propuso un amistoso para recaudar fondos. Las autoridades del club se negaron, pero Diego fue tajante: “Que se jodan los Lloyd's de Londres. Este juego debe jugarse para ese niño”, le dijo a Puzone, según el periodista Carlo Liguori.
El lunes 25 de enero, con el campo totalmente embarrado y tras haber jugado la víspera contra Lazio, el “Pelusa” encabezó al Napoli en un improvisado partido contra el Acerrano, un equipo de segunda división. El estadio estaba repleto y el campo de juego en condiciones precarias, pero el “10” se tomó el partido como uno más del campeonato; marcó goles, organizó el juego y fue ovacionado por la gente que se agolpó incluso detrás de los arcos. El dinero recaudado no fue suficiente, pero Diego completó el monto restante de su propio bolsillo.
Una cancha improvisada y una decisión que desafió al club
El estadio Nuevo Comunale de Acerra presentaba condiciones muy lejos de lo ideal: un barrial por el duro invierno y sin la más mínima protección para los jugadores. Aun así, el “Diegote” salió al campo como si se tratara de una final, calentando y jugando con la misma intensidad que en el San Paolo.
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El presidente Ferlaino había prohibido la participación del argentino en ese tipo de eventos por temor a una lesión que comprometiera su "millonaria inversión". Sin embargo, él hizo caso omiso y lideró al equipo, junto a varios titulares, en una jornada que dejó una huella profunda en la comunidad local.
Un gesto que reflejó el costado más humano de Maradona
Para la periodista argentina Alicia Dujovne, autora del libro “Maradona soy yo", ese día resumió buena parte de la esencia del exfutbolista, más allá de lo que él hiciera fuera de las canchas: “Fue un encuentro entre despreciados, entre gente de piel morena. Diego se sintió uno más, se identificó con ellos y se lo vio feliz, como si hubiera vuelto a los potreros de Villa Fiorito”.
Uno de los goles que marcó aquel día fue descrito como un anticipo del “Gol del Siglo” que le haría a Inglaterra un año después en el Mundial de México. La escena de Maradona corriendo entre el barro, rodeado de aficionados y con una sonrisa de punta a punta, se convirtió en símbolo de un futbolista que, a pesar de la fama y el dinero, nunca olvidó de dónde venía ni por qué jugaba.
Más allá de los títulos, las polémicas o los goles históricos, ese día en Acerra se resumió el por qué, para millones, siempre será “El Diego de la Gente”.
