Cuando sus pensamientos abandonan el cuadrilátero, su barco comienza a navegar por el mar de los negocios. Es en esta faceta, en la de emprendedor, en la que Rey Bucanero ha perdido como ganado batallas.
Las propuestas van desde una cafetería, un bar, un gimnasio, hasta entrar en el rol de promotor de eventos luchísticos. Sin embargo, el punto álgido de su creatividad lo encontró enfrente del estacionamiento de la Arena México, en un local de postres peculiares.
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En Crepería La Arenita, El Corsario del Amor ofrece lo que denomina un “duelo gastronómico”. Para él chocan los diferentes sabores de las crepas dulces y saladas, la suavidad de los waffles, y el aroma de un buen café.
Su menú, para curiosidad del cliente, está compuesto por los nombres de las grandes estrellas de los encordados. Fueron Carístico, Negro Casas, Último Guerrero, Místico, Mystique y Mr. Niebla (1973-2019), entre otros, quienes crearon las diversas combinaciones.
“Mis compañeros nos dejaron ponerle el nombre del personaje a su crepa, con los ingredientes que a ellos les gustan. Como nos dedicamos a viajar, desarrollamos un buen paladar para distinguir entre las buenas comidas. Aquí, de alguna manera, la gente se lleva una parte de su luchador favorito con esta experiencia”, aclara El Buca.
“Incluso, como todo buen pirata, te puedo hacer hasta una cata de vinos”, bromea.
El negocio lo comenzó junto a su compadre el Olímpico, lleva casi dos años con el concepto, y en este tiempo ya desarrolló tres sucursales.
Antes de la pandemia por coronavirus, Rey Bucanero cuenta que un viernes en su comercio era mágico, pues después de una función en La México Catedral, invitaba a algún luchador que estuvo en el programa para que conviviera con los clientes. Con el regreso del público a la Arena, estas actividades poco a poco las retoma.
Pero esta labor no podría realizarla sin el respaldo de su esposa. Mientras El Corsario del Amor es la mente creativa del local, Cely se encarga de la logística y la implementación de las ideas. Ella acepta que su pareja sigue siendo un rompecorazones, aunque ahora los flechazos de Cupido llegan a personas de mayor edad.
“Ahora le pasan cosas chistosas. Una vez, en un evento, se le acercó una muchachita muy guapa y voluptuoso, le dijo ‘Buca, una foto’ y él ‘claro, vente’, y ella le contestó ‘pero no para mí, es para mi abuelita, ella te admira desde que yo era chiquita’”, cuenta Cely mientras se ríe.
La historia del Rey de los Siete Mares comienza con una familia de carácter rudo. Su tío, El Pirata Morgan, fue estricto en la enseñanza. Incluso, recuerda que la primera vez que entrenó lucha libre, su familia le fracturó un brazo “para ver si tenía la casta para esto”.
No obstante, esa rudeza también trajo consigo disciplina y la importancia de planear proyectos más allá del cuadrilátero. “Uno sabe que va a subir al ring, pero no si va a bajar”, dijo El Buca.
Así fue como, antes de pensar en lances y llaves, puso una cafetería, después tuvo un centro botanero, un bar, un gimnasio y actualmente tiene una arena y una escuela de lucha libre.
El trago más amargo ocurrió justo en el apogeo de su carrera. Era un estelar de la Arena México, su nombre circulaba por las carteleras del país y en un trámite para adquirir unos terrenos, le jugaron chueco.
“No todo ha sido miel sobre hojuelas. El fruto de 20 años de luchador lo invertí para comprar un terreno y construir una arena, los socios me llevaron al baile, me dejaron en cero y otra vez a machetearle”, recuerda.
En 1999 perdió su máscara contra Shocker. Hoy, junto a Crepería La Arenita, El 1000 % Guapo tiene su puesto de tacos. Ambos le dan color a los alrededores de La México, uno con el plato fuerte y otro con el postre. Juntos se hacen llamar “Los Señores Bien”.
Por J. Alexis Hernández