Las mismas manos que hacen llaves y propinan machetazos sobre el ring, son las que también sanan y acomodan al malherido. Para Kráneo, el cuerpo humano es como un reloj, si falta una pila, un tornillo o una pieza, no marca bien la hora. Y lo mismo pasa con cada vértebra y músculo que debe estar en su lugar.
Sus dotes para la masoterapia nacieron de su madre y su abuela, quienes lo introdujeron en estas artes del tacto. Su primer paciente fue un compañero, a quien se le zafó un codo y el cual acomodó con sus saberes de herencia.
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“En la lucha libre los desarmo y aquí los armo”, bromea el enmascarado, mientras recibe al Heraldo Deportes en su consultorio. En esta, su otra zona de trabajo, lo rodean toallas, camas, aceites, esquemas de la estructura ósea y diplomas de los cursos que ha tomado como masoterapeuta físico deportivo osteópata.
La estrella del Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL) es un peso completo. Con su metro 85 centímetros de estatura, y las prominentes manos que posee, impacta a quien lo tiene de frente.
Él mismo, incluso, juega con su gran corpulencia: “no estoy gordo, estoy lleno de amor”. Por eso, la experiencia para los dolientes que trata, es peculiar.
“Atiendo a boxeadores, peleadores, maratonistas, pero hay muchos que no saben que soy luchador. Una vez recibí a una chica que medía como metro y medio, y se quedó pasmada en la puerta cuando abrí. Al finalizar la terapia me confesó que tenía miedo. Piensan que, por mi tamaño, los puedo lastimar”, recuerda el gladiador.
Cuenta que su paciente más pequeño tiene tres años y, “el más joven”, 95. Su función, a través del tacto y acomodo, es ayudar a que la gente tenga una mejor calidad de vida. Kráneo tiene 13 años con el consultorio y aclara que, en esta profesión, debe actualizarse de manera continua.
Si bien el tratamiento es sobre el cuerpo, señala que los resultados también llegan a sanar lo emocional: “cuando tú acomodas la columna, ésta se libera, y hay gente que se pone a llorar, pero no porque la hubieras lastimado, sino porque trae cosas emocionales y se liberan de mucha presión”.
Describe que durante la pandemia, al no tener funciones, fue importante retomar la labor “de lo que uno realmente es”. Al dar sus citas, trata de no recibir gente al mismo tiempo y desinfecta el sitio para brindar seguridad a sus pacientes.
Al virar a su primera carrera, la que hizo sobre el ring, repasa sus momentos como Máscara Sagrada (segunda versión) y Alebrije, con este último hizo mancuerna con Cuije, hoy Mije. Tras una disputa legal por el nombre, retomó el personaje de Kráneo al regresar a la Arena México, el cual portó en sus inicios como luchador.
Algo que ha estado presente en su vida sobre el cuadrilátero es lo que llama “su curiosidad”, su curiosidad por degustar los mejores platillos de los estados del país, los cuales visita cuando asiste a dar una función. Pero esto también propició críticas por su peso e, incluso, que extranjeros pensaran que él era una botarga.
“Por el tamañote que me veo, piensan que traigo cosas, pero soy 100 por ciento natural. De las críticas no come uno”, recalca.
Entre masajes, terapias y cuerpos adoloridos, Kráneo desarrolla su otra faceta. Disfruta de ayudar a sus pacientes y hacer que sus manos tengan un cometido, más allá de los lances en la lucha libre.
Por Moisés Rosas