Se tiene registro que, desde la era de las cavernas, el homo sapiens se cubrió de las eventualidades del clima con trozos de piel de animales. Pasaron miles de años y este material se mantuvo en los procesos evolutivos hasta verlo hoy, a través del trabajo de Mercurio Negro, con carteras, bolsas, pulseras o hasta cubrebocas que acompañan a sus clientes.
Asegura ser un luchador orgulloso de sus raíces mexicanas. Además de su fortaleza sobre los cuadriláteros independientes, es hábil con tijeras, pinzas, aguja e hilo a la hora de crear los accesorios que ofrece en su puesto sobre las calles de Ecatepec, en el Estado de México.
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Su inquietud comenzó con un viaje que llegó a Guatemala, en donde vio a una persona fabricar estos artículos. Vagó por diferentes estados del país y poco a poco, a prueba y error, aprendió las mañas de este oficio desde los 17 años. A sus 38 años y explica cómo sus ancestros empleaban este material.
“Los guerreros aztecas usaban las pieles de jaguar para distinguirse de los demás. Tengo entendido que, en ese entonces, los guerreros eran de los pocos a quienes se les permitía usar ese tipo de ropa. Antes era para vestimentas… ahora usamos la piel para una pulsera, una cartera, un collar y todo va evolucionando”, cuenta el enmascarado.
Él es uno de los 46 mil 72 artesanos que se tienen registrados en el Edomex, según el Diagnóstico Situacional del Sector Artesanal en México, durante el período de la pandemia por el COVID-19, del Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (Fonart).
A su consideración, diseñar o bocetar un producto es de las partes más complejas de su trabajo con la piel, la cual, describe, es un material muy durable. Por el aprendizaje al usar tijeras o navajas, Mercurio Negro tiene sus manos llenas de cicatrices: las llama gajes del oficio.
“En esto se batalla un poco por la venta. A muchos se les hace caro el trabajo que hacemos, pero sin valorar el esfuerzo. Hay empresas que venden por mayoreo o importan piezas de piel, eso nos afecta porque dan más barata la mercancía y devalúan nuestro producto”, menciona.
Destaca que, incluso, los extranjeros aprecian más los productos locales que los mismos paisanos. “En una tienda comercial pagan sin problema, vienen con un artesano y te regatean más. Batallamos, pero no nos rendimos”, señala.
También hace llaveros, accesorios para motocicletas, forra asientos, manubrios, pero, entre todas estas actividades, están sus escapadas para subirse al cuadrilátero.
Comparte que siempre le ha gustado lucha libre, aunque después de su primer entrenamiento en esta disciplina, se pasó una semana en cama recuperándose. Tomó su nombre luchístico del metal que más le gusta e hizo una máscara que hace juego con su abundante barba y melena.
Como elemento independiente, aborda las complejidades de presentarse en escenarios como el Estado de México y otras entidades. “Para llegar al gusto de la gente yo creo debes dar el doble, tanto en entrenamiento como en funciones, en donde trato de dar el 100. Al final, el que te califica es el público. A muchos compañeros les puede gustar tu trabajo o no, pero lo importante es la gente”, indica.
Con dos trabajos de arraigo en México, uno como artesano y otro como luchador, Mercurio Negro habla de sus raíces y sus tradiciones; mientras le da forma a una cartera, atiende a un cliente que pregunta por un adorno en piel.
EM